Equivocada compasion

Corría julio de 2009 y un grupo de empresarios nos encomendó a José San Martín y a mí para visitar Bogotá, entender el funcionamiento del banco de alimentos de esa ciudad, y replicar el modelo en Guayaquil.

Quien dirigía esa entidad en Bogotá era el padre Daniel Saldarriaga, un cura joven que podría mimetizarse en cualquier gran multinacional por su talento de administrador. En cierto momento regresábamos de un recorrido y él conducía una furgoneta; un semáforo lo detuvo y se acercó un joven indigente de unos 20 años a pedir limosna. El sacerdote continuó conversando conmigo sin inmutarse, mientras yo estaba perturbado por la escena de un pobre estirando la mano sin que recibiera algo de un religioso. Unos minutos después, en tono calmado, Saldarriaga me dijo: “darle algo sin recibir algo de él, es condenar su futuro; jamás ofrezcas caridad sin creatividad”.

Este recuerdo me retumba en la cabeza cuando cada noche salgo de mi oficina y observo a las personas, a veces niños, en extrema miseria, que hurgan en los tachos de basura en busca de papel, botellas plásticas y quizá algo para comer. Luego de la búsqueda la basura queda desperdigada, así noche tras noche. Los automovilistas miran la escena y creo que pretenden al igual que yo, salvar la conciencia con la equivocación de pensar que su pobreza justifica ensuciar la ciudad. No, su pobreza no es justificación para dañar el entorno a los demás, pero por encima de eso, nuestra capacidad empresarial y el liderazgo legítimo de Nebot en la ciudad tampoco nos pueden permitir ser impasibles con la situación.

¿Es que no somos capaces de estructurar un mecanismo que los incluya, que los organice, que les dé dignidad, que les permita respetarse y respetar su entorno? ¿Es tan difícil organizar a los generadores de desechos útiles en el casco urbano para que estos ciudadanos puedan trabajar con dignidad?

Solo cuando exista una posibilidad organizada para estas personas, la ciudad debe ser firme en el respeto al orden. Si esta posibilidad no existe, seguiremos satisfaciendo a nuestra conciencia con una equivocada compasión.

Twitter:@PaulEPalacios