Elucubrando sobre algunas frases coloquiales

Ya es coloquial el pronunciar estas cinco palabras: “la culpa es de Correa”. En el ámbito político-social ha surtido un efecto enigmático, conllevando a que todo comentario de cualquier tema gire en torno de esas cinco palabras...

Sin haber prevenido el ‘marketing’ político que el pronunciar estas palabras reiteradamente haya ocasionado que penetre o cale como una forma de desahogo emocional, dejando casi en el olvido el antes repetitivo “Prohibido olvidar”, quienes hoy lo utilizan no dejan de mencionar los episodios de “la mesa servida, el sobreendeudamiento, los ‘affaires’ petroleros, de Petrochina- Petrotailandia, la repontenciación de la refinería de Esmeraldas, la refinería del Pacífico. Sobreprecios, obras pésimamente construidas, escuelas del milenio, hospitales, arroces verdes y un largo etcétera. Algunos de estos casos aún no totalmente verificados pero que llegan a la palabra omnipresente: “la culpa es de Correa”. Quienes encontraron el país en tan pésimas condiciones, al tomar el mando estaban obligados a enderezarlo. Esta publicidad gratuita, con el ánimo de causar daño político, lo ha beneficiado, y aunque por causas judiciales no pueda ser candidato, tiene un acumulado de electores considerablemente mayoritario, que puede echar abajo el axioma de que los votos no son endosables y elevar en la arena política a pelear por la primera magistratura al candidato que Correa le dé su respaldo. O sea, la estrategia está resultando un tiro por la culata.

César A. Jijón Sánchez