En el Ecuador de Correa

El Ecuador es el país de Ripley. Lo malo es que del “Aunque Ud. no lo crea” vamos a pasar al “sálvese quien pueda”, pues el déficit fiscal del próximo año será de 10.000 millones según el Observatorio de la Política Fiscal. ¿Por qué pasa esto? Porque el monstruo se farreó el futuro del país. Le ingresaron 440 mil millones en 10 años y los dilapidó. (Esta es la teoría amable. Hay otra peor). No contento, nos endeudó hasta el fin de los siglos. Y lo insólito es que seguimos manteniendo su diseño de país. Estamos en el Ecuador de Correa y no movemos un dedo para cambiarlo. ¿Por qué le fue posible endeudarnos hasta las calendas griegas? Simple: la Constitución no tiene la indispensable prohibición de comprometer los ejercicios económicos de los futuros gobiernos, como existe en otros países. Y como la Constitución no le asigna funciones al vicepresidente (en el sistema presidencial, el vicepresidente es el presidente nato del Senado), él puso a manejar todos los meganegocios a su ‘panaechupa’ y con eso aseguró el saqueo de miles de millones, como en la “refinería” de El Aromo, la repotenciación de la refinería de Esmeraldas y las megacentrales hidroeléctricas como Coca Codo Sinclair. ¿No les parece increíble que luego de 3 años (por las razones que sea, da igual) no haya sido enjuiciado y tenga una sentencia de 1.000 años por peculado? Y lo mejor de todo es haberse dado el lujo de huir como lo hacen los cobardes, después de semejantes fechorías, porque ...sí, adivinaron... la Constitución (al contrario de las 19 anteriores) le permitió tomar las de Villadiego. Pregunta para el Rincón del vago: ¿los problemas están en la Constitución o en la Ley de tránsito? Y como no tiene una sentencia condenatoria, lo que sucedió en la Argentina, debería ponernos a tomar valeriana, pues podría llegar como la... (autocensura) a ser vicepresidente. Pero les apuesto una cosa: pese a que ahí se originan nuestros problemas más serios, nadie moverá un dedo por cambiar esa Constitución. “Constituyente” es mala palabra en el país. Redactar un nuevo texto y someterlo a consulta es la solución. ¿Pero...?