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Obra de BIESS
Una de las obras del BIESS que todavía no se termina.Liz Briceño

Fideicomisos Biess: el dilema de reactivar proyectos cuestionados

Expertos divergen sobre proyecto de ley que legaliza negocios fiduciarios

El proyecto de Ley sobre Fortalecimiento Crediticio que propone la reactivación de fideicomisos del Banco del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (BIESS) ha generado posiciones encontradas entre expertos financieros. Mientras unos ven una herramienta necesaria para recuperar cerca de $ 300 millones en inversiones estancadas, otros advierten sobre los riesgos que generaron escándalos en instituciones similares.

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Los fideicomisos inmobiliarios del BIESS, creados durante el gobierno de Rafael Correa y continuados en la administración de Lenín Moreno, comprenden 13 proyectos de construcción que permanecen inconclusos. Estos negocios fiduciarios, administrados por empresas como Fideval, Fidetud, Fidepacífico y Enlace, representan inversiones que han estado paralizadas por observaciones de las autoridades de control.

José Abel DeFina, doctor en dirección de empresas y finanzas, reconoce que “el BIESS sí tiene potestad para realizar esos negocios fiduciarios”, además explica que aunque la institución tenía la competencia legal para crear fideicomisos, las operaciones fueron posteriormente cuestionadas y prohibidas por las autoridades de control. El experto señala que “de alguna manera se les está dando una vida aunque debían extinguirse”.

En contraste, Rodrigo Quesada, experto en finanzas corporativas y sostenibles, ofrece una perspectiva más técnica del problema. Para Quesada, los fideicomisos son instrumentos financieros válidos que permiten separar patrimonios y crear autonomía en el manejo de fondos específicos. “Todo está bien constituido, todo está bien organizado, está amparado en la ley, pero simplemente no se ejecutan”, señala el especialista.

Quesada explica que la falla no radica en el instrumento sino en la ejecución de los proyectos. En el caso del BIESS, los fideicomisos inmobiliarios fueron diseñados para que la institución participara tanto en el financiamiento como en la construcción, generando ganancias por ambos lados. Sin embargo, cuando los proyectos no funcionan, “pierden todos: pierde el BIESS, pierden los inversionistas y pierden los clientes”, advierte.

Herramienta necesaria o legalización irregular

La divergencia de criterios se acentúa al evaluar las perspectivas de la nueva normativa. Bernardo Chiriboga, profesor de la Universidad Internacional del Ecuador, adopta una posición pragmática ante lo que considera un problema heredado que requiere solución inmediata.

“No se puede dejar millones de dólares ahí sin gestionar, sería un absurdo”, argumenta Chiriboga, quien reconoce que el BIESS “hizo un error grave” al decidir que un negocio fiduciario era un permiso para hacer cualquier tipo de inversión. El economista explica que la Contraloría General del Estado encontró múltiples problemas en estos fideicomisos, pero sus instrucciones posteriores impidieron que los negocios pudieran funcionar normalmente. Según un informe del ente de control, se llegaron a autorizar obras sin reglamentos de operación y sin estudios eficientes que definan por qué proyectos se debía apostar.

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Para Chiriboga, la nueva ley representa una herramienta que el BIESS necesitaba para gestionar esta problemática. “Ahora tiene una norma para gestionar. Si eso es suficiente o no, lo sabremos en el futuro”, indica el académico, quien descarta intenciones políticas en esta parte específica de la normativa, considerando que $300 millones “para el gobierno es muy poquito”.

La propuesta legal se limita únicamente a los fideicomisos existentes, sin habilitar la creación de nuevos negocios fiduciarios. La norma permite al BIESS reactivar, realizar aportes adicionales y ejecutar gastos para llevar adelante estos proyectos, siempre con la aprobación del directorio de la institución.

DeFina cuestiona la independencia de este directorio, señalando que “el voto dirimente pertenece al gobierno” y que “existe una confluencia de poder” que limita el balance institucional frente al poder del Estado. Esta preocupación contrasta con la visión de Quesada, quien enfatiza que el principal problema es la pérdida de confianza que genera “inseguridad y pérdida de credibilidad en este tipo de instrumentos”.

Los tres expertos coinciden en que cada fideicomiso representa una situación particular que requerirá evaluación individual. La viabilidad de la recuperación dependerá de la factibilidad técnica de cada proyecto y de la capacidad de ejecución que demuestre el BIESS en los próximos años. Con obras inmobiliarias parcialmente construidas y fondos comprometidos durante más de una década, la reactivación de estos fideicomisos constituye una prueba definitiva para la gestión de una de las instituciones financieras más importantes del país.

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