
Fausto Ortíz: “Sin Sacha, el Gobierno tiene que ingeniárselas para gastar más"
La fallida concesión el campo Sacha reabre el debate sobre cómo el país debe financiar su presupuesto
Los 1.500 millones de dólares que dejaron de percibirse por la fallida concesión del campo Sacha marcarán presión al Ejecutivo para hallar vías que le permitan gastar más en plena época electoral, marcada por las necesidades ciudadanas que deja la inseguridad y la fuerte temporada invernal. Encontrar nuevas fuentes de recursos sigue siendo el desafío del actual y el nuevo Gobierno.
- Sacha, el proyecto truncado. Sin el pago de esta prima, ¿qué apuros puede generar esto al Gobierno?
- La pregunta es cuándo termina el Gobierno. ¿El Gobierno termina sus funciones el 24 de mayo o el 13 de abril (día de comicios)? Si pensamos que termina el 13 de abril, la verdad es que no hay mayor dificultad, porque estamos a un mes. La plata de Sacha sobre todo habría servido para poder mover un poco más la actividad económica, para pagar sobre todo algunos atrasos...
- Pero en campaña electoral, en medio de las necesidades que genera la inseguridad y los efectos de un fuerte invierno, ¿la falta de esos 1.500 millones no genera apuros?
- Políticamente sí, porque la falta de dinero podría mostrar que el Gobierno, en efecto, no puede atender algunas cosas y eso le puede rebotar negativamente. Pero si sacamos el tema electoral (de la ecuación) por un momento, tenemos un año normal. Un año con un déficit fiscal de 4.000 millones de dólares, con pagos de capital de 6.000 millones, 10.000 millones por lo menos para conseguir financiamiento. Se ha conseguido recursos en estos primeros dos meses por casi 2.000 millones de dólares, seguramente de la Seguridad Social, y se seguirá, seguramente, consiguiendo plata de los multilaterales; por otra parte, se tienen más de 1.000 millones de dólares mensuales en impuestos, algo en petróleo. Perder Sacha, en esta época, en realidad, es no tener acceso a recursos extraordinarios... Y sin eso, para tratar de gastar un poco más en esta época, las autoridades deberán ingeniárselas.
- ¿Cómo?
- Lo más fuerte del presupuesto del Estado se gasta generalmente en el último trimestre del año. Como estamos lejos de fin de año, yo hoy podría adelantar algunos gastos para decir “yo puedo atender esos gastos”, se recurre a impuestos, deuda doméstica y petróleo... Si se va un poco fuera del espacio presupuestario, se podría apuntar a dar más créditos hipotecarios con el Biess y el Banco del Pacífico. Hay un buen momento de liquidez en el mercado que puede aprovecharse para ayudar a dinamizar la economía.
- Pasada la turbulencia política electoral y con un nuevo Gobierno, ¿qué es lo más urgente en materia fiscal?
- Replantear la estructura de financiamiento. El mercado nuestro no soporta financiar todos los años un déficit de 3.000 millones, 4.000 millones de dólares... Más si se añaden otros rubros que ahora no se toman en cuenta. Desde hace algún tiempo, no se están incorporando todos los recursos que se requieren para salud y de educación. La ley dice que no es necesario registrarlos (en el presupuesto), pero sí reconocer que esos valores están pendientes. Ya en este momento el tamaño de recursos que no se han entregado a esas dos áreas, en los últimos siete años, es tan grande como el déficit fiscal actual. De esa forma, el déficit en realidad puede tener un tamaño que se torne inmanejable... Y ahí te das cuenta por qué no se hace obra pública, no se construyen escuelas, hospitales, por qué las hidroeléctricas, las térmicas no funcionan.
- ¿Por dónde hay que replantearse esta estructura de financiamiento?
- Trabajar para empezar a ver, a largo plazo, al mercado de valores internacional para poder financiarse. Y ahí no hay mucha dificultad de regresar. Una de las primeras cosas que debería de hacer el próximo Gobierno es señalar su compromiso de que honrará los vencimientos de los bonos Global 30, 35 y 40 que arrancan el próximo año con apenas 600 millones de dólares cada año. Es un tema de decisión, de querer, de cualquiera de los dos candidatos que pueda resultar electo.
- ¿Qué tan decisivo es pensar en una reestructuración de la deuda?
- Hoy en día los pagos por amortización de deuda no son un mayor problema. El real problema que hay que resolver es conseguir plata fresca.
- Emitir ahora mismo bonos en el mercado internacional sigue estando complicado.
- El riesgo país es menor, pero sigue siendo insuficiente para bajar los costos de financiamiento (con tasas al 18 %). Por ahora veo poco espacio con multilaterales y está completamente cerrado el tema de mercado de bonos. Lo que queda son las opciones del mercado doméstico y trabajar en un ajuste de gastos.
- ¿Qué es clave en ese sentido?
- Al Gobierno le falta dar un paso en el tema de combustibles. No en la eliminación , pero sí en la focalización del subsidio del diésel. Consumimos al año 1.600 millones de galones de diésel. Aquí se lo vende a $1 y algo más, más barato de los $3 del costo de afuera... Esta es la alternativa para tratar de achicar realmente el déficit fiscal. Esa plata que se ahorra (en subsidios) se puede destinar a sectores donde hoy están pospuestas la salud, la educación, la inversión pública.... A todo el mundo le encanta reestructurar deudas, a todo el mundo le encanta dejar de pagar deudas porque eso es lo ‘sexy’, pero eso no soluciona nada. Si yo reestructuro la deuda pero no corrijo el tema que causa que deba endeudarme más, entonces no he corregido el problema. Para corregir el problema hay que atacar el problema y ese se llama déficit fiscal.
Para seguir leyendo EXPRESO, ¡Suscríbete aquí!