Bananeras moko
Un agricultor inyecta aceite ozonizado a una planta contra el Moko, el producto está a prueba.Foto: cortesía

Los efectos del moko aú no son visibles, pero hay alertas en bananeras

Fenabe dice que los casos de la enfermedad bacteriana se han duplicado en relación al 2024

Hay inquietud por el moko, pero también un esfuerzo por no generar un pánico descontrolado que distorsione la realidad. Las opiniones están divididas: para la Federación Nacional de Productores Bananeros del Ecuador (Fenabe), los casos de esta enfermedad bacteriana se han duplicado en comparación con 2024. Sin embargo, autoridades y otros gremios prefieren esperar para saber con exactitud qué está ocurriendo ahora con esta afección que impacta al banano y al plátano.

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Pese a las diferencias, hay un punto en común: todos están en alerta ante los posibles efectos de las intensas lluvias de este año. “Las consecuencias se ven después de que termina la temporada de lluvias. El moko se mantiene silencioso a veces entre tres y cinco meses. Entonces, recién en agosto o noviembre podríamos tener una cifra oficial”, indicó a Diario EXPRESO Franklin Torres, presidente de Fenabe.

Según la Agencia de Regulación y Control Fito y Zoosanitario (Agrocalidad), se ha detectado moko en aproximadamente 3.176 hectáreas de cultivo, ubicadas en las provincias de Los Ríos, Manabí, El Oro, Cotopaxi, Guayas y Santo Domingo de los Tsáchilas. La entidad inició las labores de control a mediados de 2024 y continúa con ellas hasta la fecha.

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Las provincias más afectadas son Los Ríos y Manabí, con 2.657,14 y 494,52 hectáreas respectivamente. No obstante, la plaga está presente en casi todo el país, salvo en Imbabura, Loja, Morona Santiago, Tungurahua, Santa Elena y Zamora Chinchipe.

Aunque los bananeros quieren prevenir, sigue siendo un tabú admitir que una finca tiene moko. “La reacción es parecida a cuando, en el siglo pasado, a alguien le decían que tenía VIH: se evitaba que la información se hiciera pública”, comenta Marcelo Lillo, ingeniero mecánico que lleva diez años investigando la enfermedad.

Lillo explica que uno de los motivos por los cuales muchos evitan declarar que una finca tiene moko es el riesgo de perder el cupo para exportar y quedar en cuarentena.

Una de las plagas más destructivas

El moko es una de las plagas más destructivas de los cultivos de musáceas. Provoca grandes pérdidas en la producción y altos costos por la aplicación de medidas de contención y erradicación.

Lillo advierte que si antes del invierno de 2025 había entre dos y tres plantas con moko por hectárea, hay que prepararse desde junio, ya que, por las intensas lluvias, ese número podría subir a ocho plantas enfermas por hectárea. Aclara que no busca generar alarma, “pero urgen medidas para prevenir y tener varias opciones para hacerle frente al moko”, indicó.

Actualmente, Lillo forma parte de un grupo de expertos que proponen soluciones. Él trabaja con un producto en fase de prueba que consiste en aplicar un aceite ozonizado (procesado con ozono en una máquina que él mismo desarrolló) a las plantas. Según sus estudios, el producto también sirve contra enfermedades como Erwinia y el mosaico.

Opciones para combatir el moko

Las opciones para combatir el moko son variadas. Víctor Serrano, gerente de Agarismal, sugiere una mezcla de técnicas: aplicar bactericida, antibiótico, activador biológico y microorganismos que actúan en tres meses o más. Estos últimos son esenciales, ya que la bacteria permanece en la tierra, y los microorganismos actúan como “soldados” que defienden a la planta.

Otra entidad que continúa con estudios sobre esta enfermedad es el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIAP). Su director, Raúl Jaramillo, destacó que este instituto fue el primero en alertar sobre un foco de moko en 2012, y que actualmente siguen monitoreando la situación. Asegura que se pronunciarán si detectan algo fuera de control.

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Las acciones se han intensificado por el temor a que la enfermedad se convierta en una plaga a escala nacional. Para evitarlo, se mantiene un monitoreo constante por parte de la Asociación de Exportadores de Banano del Ecuador (AEBE), con el apoyo de las prefecturas del Guayas y Los Ríos. Gracias a estos esfuerzos, se han detectado cerca de 2.900 focos solo en Los Ríos. Su director, José Antonio Hidalgo, recalcó la importancia de activar medidas estrictas de bioseguridad.

El pasado viernes, en Guayaquil, se realizó una reunión entre productores bananeros, autoridades del Ministerio de Agricultura y representantes de la academia. Según Torres, allí se solicitó un crédito con condiciones 7x7: una tasa del 7 %, a pagar en 7 años, con dos años de gracia. Para concretar esta ayuda económica se prevé una nueva reunión esta semana. 

Torres reiteró que, según sus estimaciones, hay 40.000 hectáreas afectadas y pérdidas de unas 15.000 hectáreas de banano, por lo que insistió en no bajar la guardia en la protección de los cultivos. Se sospecha que la bacteria podría estar viajando a través de los canales de agua.

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