Dudas

Durante el corto ejercicio presidencial se han producido hechos importantes, pero se van evidenciando carencias que no dejan de preocuparnos frente a las acciones gubernamentales.

Causó estupor el ver cómo nuestra canciller aprueba, felicita y aplaude al presidente Maduro, reconociendo como válida la Constituyente convocada por él, verdadero fracaso electoral, ante una concurrencia exigua de venezolanos.

Las críticas en contra de la gravísima situación de esta hermana república llovieron en la Reunión de Cancilleres en Lima y desde múltiples rincones del mundo, no explicándonos la ceguera gubernamental frente a tan despreciable dictadura que ataca, persigue, silencia, pisotea todos los principios democráticos que deben regir a los pueblos, y que asesina a sus propios congéneres.

Hablando de socialismo, recordemos lo que dijera Margaret Thatcher: “El socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero... de los demás”, o como dijo Churchill: “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia; el evangelio de la envidia. Su virtud inherente, es la distribución igualitaria de la miseria”.

Aplaudimos al presidente por desprenderse de todos los bienes superfluos y reducir un porcentaje de los salarios más altos; esperemos que no olvide derogar el Código Orgánico de Seguridad Ciudadana que crea el Servicio de Protección Pública (SPP), que arroja a la quebrada un dinero que sería provechoso para los ecuatorianos y que se utiliza a favor de quien no lo necesita y que debería descansar en el olvido.

Quisiera recordarle al presidente que en la malhadada noche neoliberal hubo ministros que se entregaron por la patria, y que el que suscribe este editorial, no se llevó ni un bolígrafo del Ministerio; es más, tuve que pagar, a mucha honra, 900.000 sucres para poder solventar el gasto que significó para mí el desempeñar la cartera de salud, cumpliendo así una cuota cívica, trabajando con un espléndido equipo de gobierno y colaborando con un brillante y valiosísimo estadista como el Dr. Osvaldo Hurtado Larrea.

¡Tienen mucho que imitar y aprender!

Y sigo andando...