Dramaticas migraciones

Ya estamos divorciados del régimen de Maduro, con una mutua expulsión de “momias cocteleras” por el problema de la dramática diáspora venezolana que desde hace algún tiempo ha llevado a desfilar por nuestras tierras a caravanas de migrantes que llegan desde la patria de los libertadores para quedarse en el país o seguir a las naciones meridionales del continente. Llegan huyendo del hambre, la inseguridad y la falta de medicinas, amén de los cortes de luz eléctrica y agua potable.

El haber dicho esta verdad en la tribuna que ocupó Lenín en las sesiones de la Asamblea General de la ONU, hizo que el ministro de Comunicación venezolano lo acuse de mentiroso, lo que llevó al divorcio que muchos políticos pedían desde que nuestra entonces canciller Espinosa le lanzó flores al régimen instalado por Chávez.

Por supuesto que en la historia universal el proceso migratorio es más antiguo que las pirámides, con oleadas de caravanas, no precisamente de mercaderes, sino de seres humanos que buscaban en Egipto o en la imperial Roma lo que ahora buscan también, en su gran mayoría, en la ‘Yoni’. Y hay que recordar la frase de “hacer la América”, acuñada por los europeos que desde el descubrimiento de Cristóbal Colón atravesaron el ‘gran charco’ para llegar a estas costas de incas, mayas, aztecas y puruháes. Y en la propia Europa su población actual es heredera de las grandes masas de bárbaros que, combatiendo o en forma pacífica, llegaban desde el lejano Este. Sin olvidar que a fines del siglo XIX y comienzos del XX, una permanente ola migratoria se dio del Viejo al nuevo continente, con barcos cargados de migrantes que repoblaron a la inmensa Norteamérica, o que se dirigieron a la Argentina, donde con cierta añoranza impusieron el viejo tango, ahora interpretado por las orquesta típicas, como música de Mis Buenos Aires querido, a tal punto que un argentino que visitaba Europa como turista se extrañó de que en la tierra de los ‘bachiches’ hubiese encontrado tantos “apellidos argentinos”. Finalmente, dentro del plano de lo dramático, miles de hondureños marchan hacia EE. UU. en una enorme travesía, sin agua potable, sin alimentos y con la orden de Trump de devolverlos a casa.

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