El dolor por una muerte absurda en la sala de un hospital

Mi yerno fue operado en el Teodoro Maldonado Carbo el 18 de abril de 2017. Tenía programada una intervención de manga gástrica. Estaba con sobrepeso, sin ser obeso. Se hizo los exámenes requeridos. Los resultados eran satisfactorios para una operación exitosa.

No llegó a conocer la habitación a la que iría luego de ser operado. Era una sala, estando él de suma gravedad, a la que se dañó el acondicionador de aire. Allí compartió con pacientes contaminados y allí cogió una bacteria mortal.

Al presentar fuertes dolores, a las pocas horas de operado, no fue atendido oportunamente por el cirujano. Cuando este lo hizo, ya se había abierto una grapa y se le había formado una fístula, que no pudieron cerrar.

Era una mala práctica médica, pero estábamos en un gobierno en el que era muy difícil sacar a luz todas estas falencias, por temor a ir presos, de manera injusta. Sabíamos que llevar el caso a un tribunal, con todo el dolor que estaba pasando la familia, iba a generar gastos, sin resolver nada.

El médico que lo iba a operar originalmente me dijo que tenía varios casos de operados en el Seguro Social, que él pudo salvar a tiempo, abriendo al paciente, lavando, arreglando, lo que se había hecho mal.

En esa situación, para evitar que el paciente fallezca, en pleno aguacero lo delegaron a una clínica privada donde dijeron que tenía solo un 1 % de posibilidades de sobrevivir. Resistió solo tres meses.

Laura E. Gómez Serrano