Avenida. A la medianoche de un viernes en la calle Rodolfo Baquerizo de la Alborada no hay parqueos libres.

La diversion nocturna se muda a las calles del norte

La oferta gastronómica, los bares y discotecas cierran sus puertas pasada la medianoche. La Alborada, Urdesa, Sauces y la Garzota trasnochan.

Contraste. Mientras como publicó EXPRESO el pasado 5 de diciembre, el casco comercial de Guayaquil muere al caer la noche, hay calles y zonas del norte de la ciudad que trasnochan o duermen recién en la madrugada.

La ciudadela Urdesa con su popular calle Víctor Emilio Estrada es una de ellas. Este medio recorrió la avenida pasadas las 22:00 y observó la vida nocturna que tiene, especialmente los fines de semana. Cientos de personas acuden por comida y diversión a esa vía de 23 cuadras, donde abundan los restaurantes y bares.

En esa calle, a la que la elegancia y luminosidad de sus locales dan un toque peculiar, a las 23:00 ya no hay parqueos disponibles; mientras en el bulevar 9 de Octubre, en el centro, a esa hora hay soledad.

“Cuando vengo con mi novia a Urdesa un viernes o sábado a divertirme, trato de llegar temprano para tener espacio donde dejar mi carro, porque ya a las 22:30 todos los parqueaderos están ocupados”, comenta Eduardo González.

Aunque esa vía norteña ha sido víctima de la delincuencia en más de una ocasión, pareciera que allí no ha cundido el pánico, porque los locales se llenan y la gente conversa, habla por celular y chatea con libertad en las veredas. “Aquí puedo pasar en la esquina con el celular en la mano, me siento seguro, porque hay gente por todos lados”, precisa Edgar Argüello, quien salió a divertirse el pasado fin de semana junto a su mejor amigo a ese sector.

La Víctor Emilio recién se apaga pasada la medianoche en días regulares y en la madrugada los fines de semana. Pero no es el único sitio al que la diversión nocturna se ha trasladado e instalado con fuerza. En ese sentido, la avenida Rodolfo Baquerizo de la ciudadela Alborada tampoco se queda atrás.

Entre las calles Gabriel Roldós Garcés y Benjamín Carrión que interceptan esa avenida, que es la principal de la Alborada, el ritmo salsero que sale de los bares y discotecas que caracterizan esa zona, contagia a quienes solo están por ahí de pasada. Y si en Urdesa a la medianoche no hay dónde parquear carros, en la Rodolfo Baquerizo un jueves, viernes o sábado, cuando los locales cierran a las 03:00, los autos incluso suelen formarse en doble columna para caber.

Es que esa zona también es una de las predilectas de los más de 300.000 habitantes que residen en las 14 etapas de la Alborada, una de las ciudadelas más pobladas de Guayaquil. Por eso mismo, en ese punto la congestión vehicular es constante y los taxistas tienen casi aseguradas las carreras en la madrugada.

El dinamismo nocturno y trasnochador también se vive en Sauces. Esta ciudadela, al igual que las ya mencionadas, es una de las zonas que conforman la parroquia Tarqui, la más poblada de la urbe, con al menos 1’050.826 habitantes.

En la avenida Rodrigo Icaza, de Sauces 3, el abanico de restaurantes que cierran sus puertas a la 01:30 se extiende por seis cuadras ofreciendo, además de los aperitivos típicos guayaquileños, platos peruanos, colombianos y venezolanos.

“La comida es económica y muy buena”, cuenta Cecilia Condo, quien se servía un tradicional arroz con menestra y carne en uno de los establecimientos.

No muy alejado de Sauces y la Alborada, el sector de la Garzota, con su atractiva avenida Agustín Freire, entre las intersecciones de la calle Guillermo Pareja y la Antonio Parra Velasco, ofrece también una variedad gastronómica de diferentes nacionalidades. Allí hay 23 locales de comida al aire libre que atienden hasta la 01:00, en una extensión de 10 cuadras.

Es así como la vida en la noche se vive con intensidad en el norte. ¿Pero por qué el dinamismo nocturno se ha trasladado del casco céntrico (que se supone es la parte más turística del Puerto Principal) al norte? Para el abogado y crítico Miguel Ulloa, aquello responde a una tendencia de la ciudadanía.

“Hace 50 años estaba de moda pasear por la calle 9 de Octubre y visitar sus locales comerciales, bares y restaurantes aledaños”, detalla. “Lo mismo pasa con las viviendas. Por la moda, ningún adulto joven quiere vivir en el Centenario por ejemplo, prefieren ahora Samborondón”. Lo cierto es que por moda o por variedad, es el norte el que duerme recién en la madrugada.