Discurso y hechos

Concluyó el tiempo narcisista y megalómano de Correa. Los nostálgicos del despotismo autoritario llorarán. A lo mejor él querría seguir siendo sombra y titiritero detrás del telón. Penas y lágrimas tendrán los dogmáticos y sectarios que creen que un líder es dios hecho figura, que con truenos y rayos domina la tierra, los hombres y la historia.

Los histéricos querrán inmovilidad: intentarán la repetición; y que la mano oculta del déspota y maleducado siga. No aceptarán que quien no es PhD sino solo “dígame licenciado”, que tiene nombres ruso y francés: Lenín Boltaire, lo reemplace con diferencias y decencias. Sin embargo, el proceso histórico es indetenible. Correa será como dice la filosofía barrial, “periódico de ayer, noticia olvidada, que nadie lee”. Esto le dolerá mucho porque quisiera seguir siendo luz, trino y única verdad. Falta por saber si el leninismo lo sepultará. Esto no depende solo del nuevo presidente sino de las condiciones socioeconómicas, políticas, culturales, de los hechos que se presenten, de las muestras que dé y de las formas como se conduzcan los distintos autores y actores políticos, pues en el país algunas veces los restos de los caudillismos despóticos y autoritarios son grilletes, limitaciones, atmósferas y olores pestilentes que obstruyen los cambios.

El discurso de posesión es solo lo que es: un discurso. Incluso puede ser más, si al interior de este no hay solo palabras y metáforas sino también anuncios de hechos y acciones posteriores. La historia lo dirá.

Si lo dicho el 24 se concreta en acción efectiva, nos esperan correctivos necesarios que el país demanda. Dejar atrás las sabatinas de ofensas e insultos es un acto de limpieza y profilaxis para la democracia y la ciudadanía. Decir que no habrá moneda paralela al dólar también lo es. Extender la mano y expresar que el diálogo está abierto, para todos, es diferente a las agresivas, desafiantes e insultantes frases del líder que dejó Carondelet. Ofrecer una cena con una gastronomía solo nacional, sin obra del chef belga, es bueno para quienes lo digirieron y el país. Esperemos. Tengamos paciencia impaciente.