El rancho. En la base naval sur de Guayaquil, el personal militar ocupa la misma cámara y come el mismo menú. Lo diferente son las mesas y sillas.

La dificil igualdad castrense

Inaplicables. Así califican los militares en servicio pasivo - oficiales y tropa- a las nuevas disposiciones que, por decreto presidencial y acuerdos ministeriales, comenzarán a aplicarse a los policías y a los miembros de las Fuerzas Armadas.

Inaplicables. Así califican los militares en servicio pasivo - oficiales y tropa- a las nuevas disposiciones que, por decreto presidencial y acuerdos ministeriales, comenzarán a aplicarse a los policías y a los miembros de las Fuerzas Armadas.

¿Sus razones? “Porque resquebrajan la disciplina militar”, dice el sargento primero, Sergio Figueroa, quien estuvo años en la tropa y que ahora es asesor de la asociación de militares Huancavilca. Para él, lo que se pretende hacer en los cuarteles ni siquiera es aplicable en la empresa privada o en el sector público. “Es como que un guardia de seguridad del Palacio de Gobierno sea facultado para usar el baño del despacho presidencial o que la secretaria de una empresa pase a ocupar la oficina del gerente.

El sargento (r) Bolívar Caranqui dice que el decreto “refleja desconocimiento” y con él se “manipula a la tropa”.

La dificultad parte, dicen, del principio de autoridad y de mando que pone en situación incómoda a los miembros de la tropa ante los oficiales por el simple hecho de comer u ocupar los mismos espacios.

Aunque coman en el mismo lugar -ocurre en grandes unidades, los militares de menor rango rehuyen sentarse a la mesa de los de mayor jerarquía porque al hacerlo se sienten obligados a quedarse hasta que ellos concluyan. Por ello, en la vida militar, hay lo que llaman “la soledad del mando” porque los subalternos se alejan del comandante aunque esté en un campamento en plena selva.

En cuanto a la comida, en la mayoría de los grandes repartos, el servicio está tercerizado desde hace 10 años y, por tanto, es el mismo menú para todos.

En el caso de las viviendas, su distribución está dada por los rangos, el estado civil y los espacios que hay. Tendrían que construir condominios para darle departamentos a la tropa y, además, cambiar los barcos porque de otra manera sería imposible ubicar a los marineros en el mismo espacio de los oficiales por la gran diferencia numérica.

En la Policía no existen comedores para oficiales o tropa desde que el rancho se incluyó en el sueldo, comentan oficiales consultados por EXPRESO.

Esos espacios se conservan en las escuelas de formación de oficiales y de policías, pero son comunitarios. La única distinción son las mesas que ocupan.

En cuanto a infraestructura social, como los clubes, estos son voluntarios y pagados. El que quiere ocuparlos cancela su cuota mensual y accede. Los oficiales tienen tres sedes en Ibarra, Quito y Guayaquil. En cambio, los clases y policías (numéricamente superiores) tienen instalaciones en todas las provincias. Si un oficial quiere ingresar a un club de clases debe pagar; no hay preferencia.

Bertha García, catedrática universitaria y estudiosa de temas militares, dice que no entiende la razón del decreto y cree que el Gobierno no ha entendido lo que es la vida militar.

Para Elsie Monge, de la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos (Cedhu) nada es blanco y negro. “Las cosas no funcionan por decreto”.