La dictadura de Fujimori es el trasfondo de una comedia sexual

La dictadura de Fujimori es el trasfondo de una comedia sexual

Nació en 1936. Se graduó de Humanidades en la Universidad de San Marcos. Entre sus obras más conocidas están ‘La ciudad y los perros’, ‘Los cachorros’, ‘Pantaleón y las visitadoras’ y ‘Conversación en la catedral’. Es ganador del Premio Nobel de Litera

Mario Vargas Llosa considera que ‘Cinco esquinas’, su novela más reciente y publicada a días de su octogésimo cumpleaños, es su obra más improvisada.

A diferencia de sus libros anteriores, para esta tenía tan solo una idea: la revelación de que Alberto Fujimori y el hombre fuerte de su dictadura, Vladimiro Montesinos, utilizaban la prensa para intimidar a sus opositores.

“Los desacreditaban con escándalos de cama publicados en pasquines a los que el propio Montesinos les ponía los titulares”, cuenta el novelista, al que se le cruzó por el camino el affaire entre la esposa de un chantajeado y su mejor amiga.

La obra abre con esta imagen, la de una reunión de dos amigas que termina en un encuentro íntimo entre ambas.

Pese a esto, el autor considera que esta imagen, a más de erótica, es también política porque retrata la vida en aquella época, específicamente los últimos años de la década de los ochenta e inicios de los noventa.

“La primera escena busca precisamente recrear el ambiente de la dictadura. Si no hubiera habido toque de queda, probablemente esas dos señoras no hubieran tenido que pasar la noche juntas. Y sin ese clima de claustrofobia, el sexo no hubiera aparecido en su vida como escape para las tensiones. El toque de queda obligaba a estar horas encerrado, y eso influyó en las costumbres de la gente. Si se reunía para cenar, no tenía más remedio que pasarse la noche entera. Había una enfermiza atmósfera de inseguridad provocada por el terrorismo, el contraterrorismo y la delincuencia común. No sabías quién te mataba. Un clima así lo altera todo, incluidas las relaciones sexuales”.

Vladimiro Montesinos, el asesor y hombre de confianza de Alberto Fujimori, expresidente peruano que hoy por hoy cumple una condena de cárcel, tiene un papel protagónico en la obra. En años anteriores, el escritor había llamado a este un personaje novelesco y tuvo finalmente la oportunidad de retratarlo.

Para los lectores, sin embargo, tanta maldad resulta casi inverosímil, pero es una característica que no ha sido exagerada, según Vargas Llosa.

“Hay personajes que son potencialmente unos monstruos y solo aparecen como tales en circunstancias concretas: las dictaduras, por ejemplo... Los malos suelen ser personajes más atractivos que los buenos. Los malos son inolvidables, de los buenos no se acuerda nadie. Tal vez porque la novela es, como decía Bataille, la expresión del mal”.

La obra, para muchos, también ha sido categorizada como pornográfica, algo que Vargas Llosa ha negado rotundamente, alegando que la calidad de la misma la separa de la pornografía y la ubica en el campo de lo erótico, añadiendo que estas escenas, aunque sirven para excitar al lector, también son el trasfondo de un análisis histórico sobre el uso del periodismo de escándalo para acabar con los enemigos de un régimen.

No obstante, para el autor, el amarillismo, a raíz de esta experiencia, tomó vida propia, esta vez sin un conducto político detrás, sino con el solo fin de entretener, algo que, considera, es cada vez más nocivo y frecuente.

“Todavía hay un periodismo serio, pero cada vez son más tenues sus fronteras con el que no lo es. Una de las características de la cultura de nuestro tiempo es que el entretenimiento se ha convertido en un valor que prevalece sobre los otros. Y eso ha arrastrado al periodismo. Cada vez se tiende más a hacer de la información una diversión. Los periódicos serios no pueden prescindir de una cierta información chismográfica porque pierden lectores”.