
Dibujar se ha convertido en el peor pecado en la Asamblea Nacional
El episodio de Dominique Serrano es, más bien, síntoma de un problema estructural mucho más profundo y serio del sistema
El pedido de Valentina Centeno, jefa de bloque de ADN (el partido de gobierno) para que se inicie un proceso disciplinario en contra de su compañero de bancada Dominique Serrano, por hacer dibujos en una sesión, es uno de los gestos más ridículos y vacuos que se recuerden en la historia reciente de la ya ridícula y vacua Asamblea Nacional. Mientras se analizaban presuntas irregularidades en contratos millonarios del gobierno con la empresa estadounidense Progen, la imagen del legislador, de apenas 19 años, concentrado en hacer dibujitos se hizo viral en redes sociales.
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Para muchos, el comportamiento fue una falta de respeto en medio de una indagación que involucra fondos públicos y, para otros, era la evidencia de que se mantienen salarios y dietas con dineros públicos para funcionarios y representantes que no están preparados. También hubo usuarios de redes que consideraron absurda la decisión de Centeno y recalcaron que hacer dibujitos mientras se escucha a otra persona no es necesariamente una falta de respeto o de concentración.
Finalmente, ¿quién no ha hecho un dibujo mientras asiste a una conferencia o a una clase?, se preguntaron muchos. Pero todo hace pensar que el pedido hecho por Valentina Centeno para que Serrano sea procesado por una falta administrativa se debe a que ante las críticas en redes, sobre todo de sus supuestos adversarios del correísmo, se sintió presionada para adoptar algún gesto con el que pudiera lavar la cara de su bancada.
El asambleísta Dominique Serrano enfrentará un proceso en la Asamblea Nacional por una posible falta administrativa tras ser captado dibujando durante una sesión que indagaba posibles irregularidades en millonarios contratos con la empresa Progen.
— Diario Expreso (@Expresoec) July 4, 2025
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El rabioso correísta Ricardo Patiño, por ejemplo, publicó un mensaje en la plataforma X comentando otro mensaje de una usuaria correísta donde aparecían dos videos: en uno se ve a la asambleísta María Verónica Íñiguez, de la Revolución Ciudadana, haciendo una sesuda ponencia en tono bastante fingido sobre un proyecto de ley ambiental; en el otro, al asambleísta Dominique Serrano haciendo dibujitos.
“Qué distintos los dos”, anotaba Patiño haciendo alusión a la célebre canción (hasta puso emojis musicales) como para sacar pecho de una supuesta superioridad intelectual de sus compañeros, en contraste con el imberbe asambleísta de gobierno. Patiño pretendía hacer un guiño de improbable humor, como si él no hubiera estado salpicado en actos muchísimo más escandalosos éticamente, como el uso de la valija diplomática para enviar cocaína a Europa mientras era canciller.
Y la cuenta oficial de la bancada de la Revolución Ciudadana también estuvo sobre la picada: publicó un pomposo y solemne comunicado que se titulaba “La nueva ética parlamentaria es optativa”. En ese comunicado, los correístas se rasgaban las vestiduras por lo hecho por Serrano en la comparecencia de las autoridades energéticas. “La Ley Orgánica de la Función Legislativa es clara: todos los legisladores deben participar activamente en la Función Legislativa y actuar con honestidad y responsabilidad (Art. 162). No importa si tienes 19 años o 50. La ética no depende de la edad ni de la organización política”, decía el comunicado.
Como el alboroto por las imágenes del jovencito haciendo un dibujo (por lo que se ve es una cabeza humana o de un extraterrestre pésimamente dibujado) había subido tanto de tono, Centeno hizo el pedido, evidentemente, para bloquear el berreo del correísmo y de gran parte de la conversación en redes sociales que estaban lapidando al gobiernismo por lo de Serrano.

En realidad, lo de Serrano es una especie de chivo expiatorio: el pedido de hacer un proceso administrativo fue un gesto tan tonto que montar un proceso disciplinario por lo que aparecía haciendo es bastante absurdo. La única explicación posible para el pedido de Centeno es, en efecto, que la bancada de ADN necesita lanzar una señal para desactivar la ola de críticas en redes y la arremetida correísta. Una arremetida, además, con tufillo de falso moralismo, porque nadie dijo nada a la hora en que su legisladora Paola Cabezas, hace no mucho, lanzaba con sus dedos señas fálicas a sus adversarios y se reía a carcajadas.
Hacer dibujos, rayas y líneas sobre un papel mientras se escucha a alguien, en efecto, puede ser una señal de desatención y de falta de respeto, pero no lo es necesariamente. Mucha gente lo hace mientras se concentra en lo que escucha y hay ocasiones en las que incluso se ‘rayonea’ una hoja de papel para subrayar ideas o frases. Aunque lo que Serrano hacía, en principio, no estaba bien por su aparente irrespeto, tampoco amerita una sanción ni un proceso que lo único que va a hacer es que se inviertan horas de trabajo de los legisladores en una investigación tonta.
¿Cuál es el problema de fondo del episodio de Dominique Serrano?
Lo de Serrano es, más bien, síntoma de un problema estructural mucho más profundo y serio. Independientemente de su edad, es evidente que no está ‘jecho’ (maduro) para ser un asambleísta: no ha tenido hasta ahora intervenciones de relieve ni aportes sustanciosos en las comisiones, cosa que tampoco han hecho cientos de otros asambleístas mucho mayores a él.
Lo de Dominique Serrano tiene que ver con un sistema político completamente distorsionado, donde los movimientos políticos ocupan curules sin importar la calidad de sus legisladores porque así es el marco legal e institucional. Al fin y al cabo, 236 candidatos que se presentaron a las más recientes elecciones tenían o habían tenido procesos penales en su contra. Tan irrespetuoso es no prestar atención a una audiencia (en el hipotético caso de que eso haya ocurrido) como hacer que la Asamblea invierta su tiempo aprobando resoluciones para declarar el Día del Bizcocho de Cayambe, por ejemplo.
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