Se devalua la palabra oficial

No cabe duda que entre el gobierno actual y el anterior hay significativas diferencias. Una de ellas, la que tiene que ver con la libertad y el respeto a los derechos humanos. En la década del atraco el Ecuador vivió un clima de zozobra, de arremetida fenomenal del poder oficial contra la sociedad, de restricción a la libre expresión de las ideas, de miedo e incertidumbre. El correísmo fue un peso cavernario que debimos soportar.

El régimen actual, en esa línea, es radicalmente distinto. La prensa puede hacer su trabajo sin trabas de ninguna clase, las opiniones desde las columnas de los diferentes medios no actúan a partir del peligro de una respuesta oficial agresora, ni la apreciación de quienes analizan la problemática socioeconómica y política tiene detrás el fantasma de la censura previa. Se puede sostener, en consecuencia, que en lo que tiene que ver con los derechos ciudadanos el régimen actual no es heredero de su precedente.

Sin embargo el cordón umbilical no se ha roto en otros ámbitos. Uno de ellos, aunque con estilo distinto es el que podemos denominar “populismo retórico”. Se trata de un discurso repleto de ofrecimientos para lograr el inmediato aplauso de la galería, para desviar la atención de la opinión pública respecto a las dificultades que afectan al país y para evitar que se reproduzcan las voces de rechazo a lo que puede ser interpretado como limitada y débil gestión gubernamental. Este tipo de alocución, a diferencia del esgrimido por “el ausente” -que lo utilizaba como instrumento de amedrentamiento general, y para que sus órdenes sean cumplidas sin discusión por parte de los mayordomos- asume a la postre más bien el carácter de una fraseología de mínimo impacto, de inocultable candidez, de preocupante percepción de inutilidad. No consigue lo que espera, como sí lo hizo su predecesor, y más bien refleja una imagen de vacío de mando, imposibilidad de responder a las expectativas, demandas y exigencias que se multiplican, y falta de capacidad para resolver los problemas cruciales