Deuda e interpretaciones

No solo los acreedores, sino también los deudores honestos suelen decir, en lenguaje coloquial, que: “deuda es deuda”. Con esta expresión quieren significar que bajo cualquier visión, interpretación y perspectiva desde donde se la perciba y comprenda, siempre es un hecho de la realidad económica que ineludiblemente tendrá que generar acciones de pago y de cobro.

Los entendidos en su registro dicen que no hay otra forma de contabilizarla, pues siempre se lo debe hacer como un pasivo. Por esto el problema, finalmente, no es que si con mucha habilidad y astucia, a través de un ejercicio, método y nuevo procedimiento aritmético, se “maquillen” sus montos y cifras, sino que la deuda existe evidentemente, como una cantidad. Además que nuestro país ha tenido un proceso de aumento de endeudamiento, continuo y ascendente. Esto también tiene que ver mucho con el cómo se lo usa: si productiva o improductivamente. Asimismo, afecta al manejo de gasto fiscal (en cuanto a los ingresos y egresos, y el cómo se usan sus montos, pagos o postergaciones).

Por eso, en lo que se refiere a la política y los políticos, es fundamental que estos y sus acciones no distorsionen ni afecten su real comprensión. Incluso, que no generen creencias y falsas ideas respecto al modo de abordar los problemas que de ella se derivan.

Cuando por razones de conveniencia política se acude a metodologías y concepciones (como la del FMI), que tanto se rechazaron y combatieron en el pasado, este accionar no parece sincero. Con tal “táctica” contable se evidencia que su monto, al ser continuamente ascendente, estaría bordeando, si ya no lo ha superado, el límite (40 % del PIB) que señala la Constitución. Con este procedimiento “técnico” “desaparecerían” (en realidad se ocultarían) $11.275 millones de deuda. Con esta hábil e ingeniosa maniobra, esta “descendería” del 38,4 % al 26,7 % de la totalidad de bienes y servicios que genera nuestra economía.

Por eso es mejor hacer un manejo económico estricto y tener un accionar presupuestario alejado de la política y sus intereses, para no distorsionarla. Esto es más necesario que nunca. Lo es porque la ciudadanía exige transparencia y verdad, puesto que si “deuda es deuda”, esto quiere decir que sus montos, intereses y consecuencias siempre afectan a la ciudadanía ecuatoriana.