La detenida Nº 78.651

Ese tatuaje, que nunca quiso borrarse, que como nueva identidad le había impreso en su brazo la barbarie nazi cuando ingresó en su adolescencia, 16 años, al campo de concentración de Auschwitz, donde murió la mayoría de su familia. Pero sobrevivir al Holocausto le hizo “querer vivir”. Decía Simone Veil: “A pesar de un destino difícil, soy, sigo siendo una optimista. La vida me ha enseñado que con el tiempo, el progreso vence siempre. Es largo, es lento, pero en definitiva, en él confío”.

Esta francesa, perteneciente a una familia judía laica-intelectual de Niza, sobreviviente de la Shoah, hace que su periplo existencial se jalone por méritos propios como una destacada figura de Francia y Europa: como abogada, de la Escuela de “Science Po” de París; ser la primera mujer ministro de la V República Francesa, en la presidencia de Valéry Giscard d´Estaing, como ministra de Sanidad y Seguridad Social; en 1979 fue elegida por elección popular eurodiputada y, posteriormente, la primera presidenta del Parlamento Europeo (1979-1982). Madame Veil decía: “El hecho de haber construido Europa me reconcilió con el siglo XX”; y, agregó, “Europa ha sido un ideal de paz para quienes vivimos la guerra. Esa barbarie demostró la necesidad de la construcción europea”.

En 1975, como ministra de Sanidad logra la despenalización del aborto, en un país mayoritariamente católico, como Francia. Se enfrentó a una Asamblea Nacional conformada predominantemente por varones, machistas e integristas, o de una derecha antisemita ultramontana. Pero ahí se conoció a la tenaz luchadora por la condición femenina. Vale recordar su célebre discurso de 6 de noviembre de 1974: “No podemos seguir cerrando los ojos ante los 300 mil abortos que cada año mutilan a las mujeres de este país, que ofenden nuestras leyes y humillan a aquellas que los padecen”.

Dice el socialista español Enrique Barón, segundo presidente del Parlamento Europeo: “Simone Veil encarna en su vida, en su sufrimiento y en su acción, lo mejor de una Europa capaz de superar lo peor de su propia historia”.