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Despacito

¡Despacito!

Pasito a pasito, suave suavecito: es la mejor forma de describir la cadencia de la política económica, política que se cuece cual “sopa cuántica” con recetario típicamente socialista: subiendo impuestos y aparentando bajar otros; consagrando el proteccionismo fracasado; frenando el ingreso de capitales bajo el pretexto de proteger la dolarización, que no necesita de la ayuda de ningún gobierno; y preservando el Estado depredador de recursos que imperó en la década perdida.

Moreno tiene que ganar legitimidad (que no la alcanzó cuando fue electo debido a las maniobras de su exjefe, y las mañoserías del señor Pozo) y la economía es un gran inconveniente. Propone la consulta para romperle la espalda al correato. Desterrada la sombra de quien otrora se refiriera a la alternabilidad del poder como un elemento fundamental de la democracia, para después con su típico cinismo referirse a ello como una “aberración burguesa”, Moreno calcula conseguir mayoría legislativa y, en concierto con sectores de la oposición y APs reformados, llevar a cabo su plan de gobierno.

Para Moreno, “despacito” es no pisarse las mangueras entre bomberos. No dar lugar a que el Irredento Mayor pueda hablar de paquetazo y, tal vez, procurar que un nuevo equipo económico le dé el direccionamiento requerido que estitos jamás se lo darán. Entretanto, debe hallar la forma de conseguir unos tres mil milloncitos para pasar la Navidad, pagar el aguinaldo, esbozar una amplia sonrisa, hacer el amago de construir las casitas, seguir apaciguando los ánimos, y probar cuán equivocados están quienes son escépticos de sus intenciones. Se volverá a empeñar el oro, habrá nuevas emisiones de bonos, continuará la mora en los pagos a los contratistas y en las transferencias, y la retórica se volverá más prometedora (cuando no comprometedora).

La selección de vicepresidente encargada calza al dedo. La sicóloga, fiel seguidora del Che Guevara, partidaria de la reelección, del control de la información, admiradora de Correa, y fuerza de apoyo del Estado policial constituido por AP, deberá guardar por el momento sus añoranzas del marxismo totalitario, abogar por la moderación y compaginar sus actitudes con el refinado sentido del humor de su jefe. Su presencia es requerida para servir de imán y ayudar a “voltear la torta” en la legislatura.

Moreno gusta de hablar de la mecánica cuántica, que es la rama de la física que estudia el comportamiento de las partículas subatómicas. El canon de la mecánica cuántica se centra en el principio de la incertidumbre, y por ello con Moreno sabemos que el mero hecho de observar cambia los eventos; que se puede ser y no ser, y estar y no estar al mismo tiempo; o estar en dos partes a la vez.

¿Qué será entonces? Los ecuatorianos han dado su temprano veredicto a favor del licenciado. El mandatario deberá escoger entre la reivindicación de la izquierda como una postura política no malévola, perniciosa, poblada de galarifos; o descubrirse como la segunda edición de El Guasón y demostrar, una vez más, que no hay redención en el socialismo, y que toda práctica que se origina en dicha filosofía es una cruel tomadura de pelo.