Durante el desfile, que inició en las calles Víctor Hugo Briones y Capitán Nájera, los vecinos jugaron y se fotografiaron con los zanqueros que participaron del evento.

El desfile nocturno que ilumino las calles del barrio Garay

El sábado fue el turno del barrio Garay, que a diferencia de otras décadas, por primera vez desarrolló su tradicional desfile cívico estudiantil, con el que le rinde un homenaje a la ciudad, por la noche.

Los festejos por los 198 años de Independencia de Guayaquil no paran. El sábado fue el turno del barrio Garay, que a diferencia de otras décadas, por primera vez desarrolló su tradicional desfile cívico estudiantil, con el que le rinde un homenaje a la ciudad, por la noche.

Jóvenes de 25 centros educativos del Puerto Principal y de una veintena de academias de baile participaron de esta jornada que recorrió, mientras caía el sol, diez calles de la avenida Víctor Hugo Briones.

Esta vez, según explicó Fernando López, coordinador del Comité Promejoras del vecindario, la marcha cambió de horario para no cruzarse con el desfile náutico que se llevó a cabo el sábado por la mañana.

“Quisimos que los guayaquileños y nuestros vecinos puedan disfrutar de todo por igual. Siempre durante esta época vienen moradores que nacieron o se criaron aquí. La idea es que vivan a plenitud este colorido festejo”. Algarabía que, precisó, recuerda también en este mes el aniversario del barrio, ahora, 80 años.

Para Gardenia Chico, quien vivió diez años en este populoso sector, ubicado entre las calles Asisclo Garay -de 10 de Agosto, Alcedo y Pedro Pablo Gómez- y Babahoyo -Andrés Marín, Aguirre a Huancavilca, hasta la 12- el recorrido es importante porque le permite reunirse con esos amigos con los que, hace 30 o 40 años, acostumbraba conversar en los portales o zaguanes de las viviendas.

Esto de ver a los chicos desfilar, portando tambores, tocando trompetas, haciendo piruetas, llevando consigo enormes banderas; y todo en la noche, precisó Mercedes Durán, quien ha vivido siempre en el lugar, es además una manera de “fortalecer el civismo”.

Otras veces, recuerda, la gente no ha salido tanto por el inclemente sol que ha espantado sobre todo a los adultos mayores. Ahora, según lo constató este Diario, los residentes -de todas las edades- no solo salieron a las veredas, sino que colocaron sillas para observar el acto en primera fila.

En algunas casas donde es común que funcionen comedores o puestos de comida, y en los locales de venta de repuestos para automotores, cuya actividad es abundante en la zona, los habitantes también se apuraron en abrir o cerrar sus negocios.

Martha Noboa, quien a la altura de la calle Víctor Hugo Briones y Huancavilca, vende meriendas a partir de las 20:00, por ejemplo, alzó las puertas tres horas antes para atender a sus clientes, que según dijo se triplicaron. Carlos Villón, propietario de una mecánica, en cambio salió con siete compañeros a ver el espectáculo.

“No podía perderme esto, una comparsa que se ilumina solo con las estrellas y los postes”, manifestó, mientras decidía si hacer un asado o comprar unas cervezas. “Es claro que la noche va pa’ largo. Podemos armar lo que queramos al aire libre”, manifestó.

Para los estudiantes, quienes -por el clima, por ratos frío- aplaudieron la idea de que el homenaje se haya realizado al anochecer, la jornada los hizo sentir como si estuvieran en una especie de feria. No solo porque entre calle y calle hubo kioscos que vendían algodón de azúcar y estands donde se podía jugar a la tómbola, sino porque al término de la marcha, cerca de las 20:00, estos fueron recibidos por mimos y zanqueros, música y serpentinas.