Democracia
y revolucion

la democracia antecede a todos los tipos de revoluciones. Solo hay que revisar la historia y ahí están las evidencias en los distintos procesos de la sociopolítica universal. Aunque una y otra se refieren a la libertad, no la comprenden ni definen de la misma manera.

Varias acciones políticas en distintos hechos y procesos históricos, donde se han dado eventos llamados “revoluciones”, no siempre han probado ser lo que decían. En muchos de ellos, no correspondían a específicas y determinantes acciones de libertad para protegerla y defenderla.

Por eso hay que diferenciarlas, comprenderlas y definirlas como realmente son. Es preciso que la sociedad y la ciudadanía no se confundan, creyendo que las revoluciones siempre han construido más democracia. Tampoco es válida la idea de los fundamentalistas de izquierda, que afirman que la mejor de las democracias es la que nace de ellas: de pueblos, dictadores, caudillos, partidos totalitarios, etc. En la historia hay suficientes evidencias que dicen lo contrario.

También es falso que la mejor democracia sea socialista, de izquierda, derecha o de centro. El régimen del terror de los revolucionarios franceses que comandó Robespierre, no creó una democracia auténtica. Tampoco lo hicieron la Revolución rusa (1917), china (1949), cubana (1959), etc. En todos estos casos, esas revoluciones debilitaron, distorsionaron y violentaron la democracia. Instauraron un régimen de partido único, de prensa única, de pensamiento único, culto a la personalidad del caudillo y en el que cualquier idea disidente o contraria a la de los “revolucionarios” llevaba a quienes la sostenían a persecuciones, amenazas, prisiones y hasta a la muerte.

Millones de personas en distintas sociedades y tiempos han sido perseguidas, apresadas y asesinadas en nombre de revoluciones que decían afirmar la democracia. Actualmente, la más clara y contundente evidencia de que esas revoluciones (como la bolivariana) no crean una mejor sociedad democrática es Venezuela, donde sucede todo lo contrario. En ese país la revolución ha destruido la democracia.

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