Democracia: realidad ficticia
L uchar para que la democracia no sea una ficción, dice un lector de EXPRESO; que no impere la ficción, dice otro; como soy radical hasta en mi vida cristiana (no tibio ni extremista) digo que la democracia es una realidad ficticia o una ficción con apariencia de realidad. En su momento cada gobernante impone su voluntad, intereses y conveniencia (como en toda empresa), su ideología política, económica o va directamente a enriquecerse; así ha sido, es y será; “háganle creer al pueblo que gobierna y se dejará gobernar” dijo William Penn, ratificando el criterio de Maquiavelo de que “la política es el arte de engañar”. No nos dejemos ni lo permitamos (Efesios 5:6).
Miguel Ulloa Paredes