La democracia segun Maduro

Con un triunfo anunciado, con la opinión contraria de medio mundo y el aval de un drogadicto y dos expresidentes sin peso internacional, el señor Maduro ganó unas elecciones amañadas al máximo y sin cumplir la promesa de sacar más de diez millones de votos en un proceso con candidatos prácticamente comprados para darle cierto matiz de legalidad, ya que la oposición decidió no intervenir. Como consideramos que los lectores han conseguido información suficiente por este acto que avergüenza a nuestra América Latina, me propongo comentar las opiniones de Maduro, publicadas en el diario El País de España, antes de este proceso.

Su pensamiento político. Maduro, en el documento donde saturan su vocabulario con frases hechas, clichés y el lenguaje oficial, demuestra que se ha envanecido tanto que cree poder cambiar las normas del Derecho Constitucional y Político y, por supuesto, ir borrando la figura de su padrino Chávez para convertirse en el líder absoluto de su país. Para lo cual ha preparado una nueva Constitución en la que él afirma que la nueva democracia que pretende implantar es distinta a todas. Porque todas las demás son democracias formadas por y para las élites, sin darse cuenta que la opulenta élite creada por Hugo Chávez y perpetuada por Nicolás Maduro, lleva dos décadas enriqueciéndose ilícitamente y ejerciendo el poder de manera nada democrática. Su control sobre todas las instancias es absoluto. No existe organismo del Estado que se le escape. Para ello ha logrado formar un Tribunal Supremo de Justicia que dicta sentencias que jamás se atreve a fallar contra su gobierno, a más del Tribunal Electoral que lo ha manejado a su antojo.

Venezuela se ha transformado, de haber sido un país próspero y rico, en un Estado donde falta todo. Ahora el poder de compra del salario mínimo es un 94,4 % más bajo de lo que era en 1998. Por el desenfreno criminal que sacude al país, sufre uno de los más altos índices de asesinatos en el mundo.

Maduro dice que “su prioridad es el pueblo. La economía es el corazón de nuestro proyecto revolucionario. Pero en mi corazón está primero que todo la gente”. Aunque esa gente está siendo diezmada por la primera hiperinflación latinoamericana del siglo XXI y por la falta de alimentos, medicinas y productos básicos. Según el Fondo Monetario Internacional, los precios subirán un 13.000 % en 2018. Este año, el desabastecimiento es aún peor y hay severos racionamientos de agua y electricidad.

En las definiciones de sus conceptos políticos, sostiene Maduro que “para nosotros solo hay libertad y democracia cuando hay un otro que piensa distinto al frente, y también un espacio donde esa persona pueda expresar su identidad y sus diferencias”. Claro que se olvida de hablar de los centenares de presos políticos, que los mantiene contra toda ley en celdas inmundas donde viven hacinados en condiciones inhumanas, tal como lo han denunciado todas las organizaciones internacionales de derechos humanos. En la Venezuela de Maduro, pensar distinto se volvió muy peligroso.

elecciones sin la oposición. Para profundizar en la democracia que reina en su país, Maduro convocó a elecciones anticipadas y en las declaraciones a la que nos referimos confirma que su gobierno se ha empeñado con pasión en transparentar, en respetar y en hacer respetar las leyes electorales para las elecciones que acaban de transcurrir”. Quince gobiernos de América Latina, más la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá han denunciado como fraudulentos los comicios y han declarado que no reconocerán sus resultados. Maduro con la nueva democracia que predica, inhabilitó a los principales partidos de la oposición; sus candidatos más populares están presos, exiliados o descalificados, y no permitió que observadores internacionales independientes monitoreen el proceso electoral.

¿Qué se puede hacer contra la dictadura? El problema es que habiendo tantos organismos internacionales que defienden los derechos humanos, estos solo pueden hacer declaraciones que no le van ni le vienen a Maduro. A lo más, Estados pueden romper relaciones diplomáticas para aislar al país, aunque siempre se debe mantener la ayuda humanitaria que, en este caso Venezuela la necesita y que Maduro no la permite. Quizás está esperanzado en Rusia y China que han reconocido la legalidad de las elecciones, junto con Bolivia, Nicaragua y Cuba. El único camino que le queda a Venezuela es que la oposición, todavía desunida, salga a las calles a protestar, enfrentando a las fuerzas bolivarianas, compuestas en su mayoría por cubanos, debidamente adiestradas, para frenarlas. Y el otro camino, que la misma oposición no quiere, es una reacción militar de gente muy bien pagada para acabar con un dictador pero establecer otra dictadura, sistema que ha sido nefasto para Venezuela en ocasiones anteriores.