La democracia en crisis

la crisis política recorre América Latina como la espada de Bolívar. Del norte al sur y del este al oeste se multiplican las fricciones entre los Estados y las sociedades.

El fenómeno tiene, como es lógico, gradaciones. En unos países el conflicto reviste connotaciones graves, en otros la situación se atenúa, sin que ello signifique que el peligro ha desaparecido.

El caso más complicado se da en Venezuela. Ahí, al entorno de autoritarismo salvaje se añade una situación de incontrolable debacle económica y un comportamiento oficial de crasa corrupción. La paz en esa nación se aleja, y lo más claro en el horizonte es la posibilidad de un enfrentamiento de horroroso desenlace.

En Nicaragua, se ausentaron, en forma al parecer definitiva, las señales de la democracia. Daniel Ortega se inscribe como la cabeza de una cleptocracia que repite los vicios de la dinastía somocista.

Brasil no logra cuajar un clima que garantice la reinstitucionalización del país, luego de la catástrofe de inmoralidad desde el poder, en manos del Partido de los Trabajadores y sus líderes Lula y Dilma. Ni estos ni sus continuadores parecen estar a la altura del perfil que demanda encabezar los destinos de esa potencia.

Las denuncias acerca de un probable chantaje del representante de ese régimen para que Uruguay se oponga a la presidencia de Unasur por parte de Venezuela, colocan a Brasil en un sitial de muy baja estatura internacional.

Descendiendo en intensidad, el caso chileno no deja de preocupar. No se han aclarado las dudas sobre la utilización del poder oficial para beneficiar a un familiar cercano de la presidenta en un negocio inmobiliario, ni se recupera aún la imagen del joven político Marco Enríquez Ominami, hijo de Miguel Enríquez, líder del MIR, afectada por su posible vínculo con empresas brasileñas cuestionadas.

Argentina sufre los efectos del desbarajuste ocasionado por la cleptomanía de sus recientes expresidentes, y en Ecuador, la gravedad del diagnóstico se conocerá con la sucesión presidencial.

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