Delitos de cuello blanco (1)

Después de presenciar el escándalo de los sobornos y aportaciones que realizó Odebrecht, más o menos le queda al lector la idea de que los delitos de cuello blanco, es decir aquellos que no los cometen los delincuentes comunes sino los que comúnmente pensamos que no son delincuentes, tienen relación de negocios con el Estado. Sin embargo, la amplitud de los delitos se extiende mucho más allá del perjuicio al Estado.

En la edición de agosto de Harvard Business Review se publica un estupendo artículo sobre las implicaciones de este tipo de crímenes, la afectación sobre la fe pública, la vida empresarial y desde luego las implicaciones de estos para la sociedad en todos sus estamentos.

En 2016 se hizo público que una de las divisiones de negocios de un gran banco norteamericano había abierto muchísimas cuentas para sus clientes, ofreciéndoles productos financieros que no correspondían a sus perfiles, y por tanto les causaron un perjuicio económico muy importante. Las autoridades castigaron a la institución con multas superiores a $1.000 millones de dólares, pero el mercado de valores castigó a los accionistas con un deterioro del precio de sus acciones por unos $20.000 millones. La primera lección del desenlace de las tramas de corrupción es que las multas son bastante más bajas que los daños colaterales que el mercado, los clientes, los inversionistas y proveedores infringen al delincuente. Esa experiencia se corrobora con lo ocurrido con los casos de Odebrecht, Petrobras y Siemens, entre otras empresas. En todos los casos además del costo de las multas, se produjeron daños reputacionales, caída del precio de las acciones, reducción en las ventas, pérdida de participación en consorcios, daños en la moral del personal y pérdida de personas talentosas. Pero lo peor es que el crimen a la larga no paga. Según otra investigación mencionada por HBR, en aquellas contrataciones donde se produjeron actos de soborno, el impacto de tales pagos terminó destruyendo las ganancias de esos proyectos. Veamos en la próxima columna cuáles son las causas que originan tamañas travesuras.