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Hoy se enfrentaron los últimos seis candidatos en el segundo debate presidencial.MIGUEL CANALES

No debatir es avalar el argumento del otro

El silencio también es una respuesta. El debate continuó ausente y las dudas siguen presentes en la ciudadanía

El silencio también es una respuesta. No estaba específicamente dentro de los temas, pero salió la carta. La periodista y moderadora del debate presidencial de la Cámara de Comercio de Guayaquil y la Universidad Espíritu Santo, Andrea Bernal, aprovechó el gran paraguas que aglutina los tópicos propuestos, entre ellos el de la salud, para colocar uno sensible sobre la mesa: el aborto. La pregunta se la lanzó al candidato por el partido Fuerza EC, Carlos Sagnay, en el marco del segundo y último día de careo presidencial, quien dijo que le entregará a la mujer el derecho a decidir sobre ese tema. "Voy a convocar a consultar popular. Yo las voy a empoderar", respondió el aspirante a Carondelet casi como si se tratase de un favor.

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Como ninguno de los otros candidatos presentes, Gustavo Larrea, César Montúfar, Juan Fernando Velasco, Lucio Gutiérrez y Ximena Peña, utilizó su comodín para replicarlo, se entiende que aprueban su postura o por lo menos no les molesta la idea de su rival electoral. Pero, ¿todos estaban de acuerdo con Sagnay? Difícil saberlo porque nadie lo increpó. Ahí la importancia de debatir con altura, sin insultos, solo con argumentos.

La vacunación por la COVID-19, otro tema sensible (no tanto como el primero), develó un punto en común entre los candidatos: vacunar es reactivar la economía. Pero el candidato presidencial por la Alianza Honestidad, César Montúfar, fue más allá. Habló de vacunar a 12 millones de ecuatorianos en 4 meses, es decir en 120 días. En otras palabras que, de ganar las elecciones, un eventual gobierno de Montúfar vacunará a 100.000 personas por día, a 4.166 por hora, a 69,4 por minuto, a 1,15 personas por segundo. ¿Eso es posible? Una pregunta válida que ningún candidato se planteó. Ninguno hizo rápidamente la multiplicación para utilizar su comodín y replicar. Ahí, de nuevo, la importancia de debatir verdaderamente. De estar dispuesto a increpar lo que dice el otro, porque sino se entiende que se avala lo que dice el otro.

Sin debate, las dudas quedan en el aire, y las incógnitas son el enemigo de un voto informado. Pero no solo eso. La negativa de candidatos a participar en estos espacios no abona a un sufragio con todos los datos necesarios.

Algunas escaramuzas entre postulantes con base en argumentos elevó el evento de hoy y marco diferencia con sus ediciones anteriores. Este fin de semana es el último chance que tienen de debatir en el marco del careo organizado por el Consejo Nacional Electoral. Ahí sí estarán todos porque la ley los obliga so pena de sanción, si no fuera así seguro habría algunas sillas vacías como las de Isidro Romero y Yaku Pérez en el encuentro de ayer.

Otra desilusión: Juan Fernando Velasco dejó con ganas a sus votantes de escucharlo recitar una de sus canciones como mensaje final. Aún tiene una última oportunidad.