Cuando el tiempo no cuenta

Couriers como Fedex, DHL y otros llenaron una necesidad: recibir lo requerido en el menor tiempo posible. Había demanda insatisfecha en todos los continentes. Hoy son más grandes que los de aviación comercial. De garantizar la entrega en 72 horas en los años setenta, hoy lo hacen el mismo día en países de alta demanda; tienen extraordinaria organización para administrar centenares de millones de encomiendas al año.

Por ineficiencia del sector público ecuatoriano y por adquirir malos hábitos de trabajo, en ciertas subsidiarias de empresas extranjeras, el principal propósito de las couriers, la urgencia, no se cumple. Toma más tiempo retirar el bien ordenado, que su viaje y arribo. El viernes 8 del presente llegaron dos medicamentos enviados desde un centro médico estadounidense; en la medicina se encontraba impreso mi nombre. El trámite estuvo lleno de obstáculos originados en la Aduana, se requería la receta y factura; además un médico ecuatoriano debía prescribirla. Entregué la lista de los medicamentos y dosificación, elaborados por el mencionado hospital. No fue suficiente. Tuve que llamar a EE .UU. para solicitarles lo exigido por la Aduana. No era fácil conseguir la información, no se trata de un hospital con un par de centenares de empleados el que me envió la medicina, sus edificios cubren 25 manzanas y en ellos trabajan más de 30.000 personas. Finalmente hubo excesiva demora en la entrega. Quien había manejado mi caso me informó que el miércoles había salido el vehículo para hacer la entrega, no sucedió, por lo que llamé jueves y viernes para averiguar la causa de la demora, finalmente fue entregado viernes 4 p.m. En total pasó una semana desde la llegada de Estados Unidos. La empresa courier no cumple su razón de ser. Para muchos ecuatorianos el tiempo no cuenta, en los países prósperos es oro.

Esta costosa experiencia se vive en la mayoría de los servicios del Estado, causando la pésima ubicación de Ecuador en el índice Facilidad para Hacer Negocios, el cual es analizado muy de cerca por las multinacionales. En el sector privado también hay ineficiencia.