Cuba y Obama

Se produjo un hecho impensable hasta hace muy poco tiempo: la visita de un presidente norteamericano -por ser Estados Unidos la sede del capitalismo-, a la Cuba castrista, museo del marxismo-leninismo.

Sus consecuencias son las que podían haberse previsto si se considera que los dos países tienen un pensamiento tan controversial.

La visita pasó como un acto protocolario, con un inicio desagradable cuando Raúl Castro no acudió a recibir a su visitante y envió para el efecto a un funcionario, el canciller cubano.

Aparte de este episodio, la visita de Barack Obama a la isla transcurrió en medio de una buena relación con Castro, pero se evitó, de parte y parte, zanjar las grandes diferencias que separan a ambos países.

Ni Raúl Castro accedió a dar vigencia a los derechos humanos y a convocar a elecciones libres para establecer un régimen democrático, ni Barack Obama aceptó tratar dos de los temas que marcan las duras diferencias mantenidas entre las dos naciones por más de medio siglo, es decir la eliminación del bloqueo comercial y el problema de la prisión de Guantánamo.

Así, los asuntos que han puesto a los dos pueblos en una virtual guerra fría por tan largo lapso no se han afrontado en esta visita.

Se han distendido las ásperas relaciones gracias a la tolerancia del presidente norteamericano y al ulterior comportamiento del anfitrión, que actúo más amistosa y amablemente durante el resto de la visita.

¿Qué se puede esperar para el futuro cercano como consecuencia de este viaje de Obama a la isla?

Tal vez cuando las nuevas generaciones, luego del retiro de Raúl Castro, asuman la conducción del Estado y desaparezca físicamente Fidel, Cuba pueda acometer una reforma que vaya orillando su actual posición de tipo comunista y se acerque a una democracia como se entiende en Occidente.

Pero el asunto será arduo de todas maneras y podría prestarse a situaciones de grave violencia...

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