La campaña electoral se encuentra en pleno apogeo. Las “alianzas”, pactos, reparto de cargos, lo que en la época de la partidocracia se denominaba las “componendas”, están a la orden del día, y en verdad más que sorprender, asquea al electorado, aumentando el número de abstención y/o indecisión.

En lo político, en cuanto a la ciudadanía se refiere, podríamos decir que esta se encuentra polarizada entre la gran mayoría, que quiere que el modelo económico cambie y aquellos que han disfrutado de las “bondades del poder o su cercanía” durante la denominada “década ganada” por los revolucionarios del siglo XXI, y la década de castración de libertades y crecimiento económico para el común de los ciudadanos. Dadas así las cosas, las elecciones, más allá del nombre del candidato de nuestra preferencia, serán por el candidato que encare o represente la oposición al modelo socialista revolucionario que nos ha regido los últimos 10 años.

El Gobierno apunta a la fragmentación de la oposición y a componendas que le permitan lograr una vez más mayoría en la Asamblea, junto a sus aliados.

La Constitución de la República, en su artículo 143 manifiesta: “Las candidaturas a la Presidencia y a la Vicepresidencia de la República constarán en la misma papeleta. La presidenta o presidente y la vicepresidenta o vicepresidente serán elegidos por mayoría absoluta de votos válidos emitidos. Si en la primera votación ningún binomio hubiera logrado mayoría absoluta, se realizará una segunda vuelta electoral dentro de los siguientes cuarenta y cinco días, y en ella participarán los dos binomios más votados en la primera vuelta. No será necesaria la segunda votación si el binomio que consiguió el primer lugar obtiene al menos el 40 % de los votos válidos y una diferencia mayor de diez puntos porcentuales sobre la votación lograda por el binomio ubicado en el segundo lugar”.

Por lo anteriormente descrito, la frase “una sola vuelta” del movimiento de Gobierno, apunta justamente a que la fragmentación de la oposición le permita lograr el continuismo, gracias a la fórmula 40-10.

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