La tradición. Los esposos Antonio Guaranda y Gisell Vega comparten un quipe.

La cruz de los shawarmeros

El martes 20 de junio, por la noche, la dirección de Justicia y Vigilancia del Municipio cerró, por supuesta falta de permisos, nueve locales de shawarma de la calle Guayacanes, en Urdesa central. Casi 20 días después, el papeleo se extiende para ellos

Para poner sillas y mesas en la vía pública se necesita un permiso del Municipio. El empresario árabe Ali Bazih lo sabe bien. Por ese papel, la dirección de Justicia y Vigilancia clausuró su local de shawarmas en junio, junto con otros ocho, que tienen abiertos diferentes casos.

Él no se opone a la ley. Quiere dejar claro, en su español aún dificultoso, que jamás tuvo la intención de no cumplir. Pero se cuestiona: ¿cómo podría hacerlo si no sabe cómo, pese a haber intentado averiguar el proceso por varios medios y en varias ventanillas?

“¿Cuál es el permiso que hay que sacar? Vía pública, dicen. Bien, ¿cómo hay que hacerlo? No hay nada claro en estas peticiones y tampoco hay alguien que oriente esos trámites. Estamos luchando con esto”, se desahoga.

Los shawarmas son el ícono de la calle Guayacanes. Cada día, decenas de guayaquileños llegan a consumir el platillo árabe. Y aunque ya tienen allí varios años, no cesan los problemas con el Municipio, por las múltiples regulaciones exigidas. Ellos, a veces, ni siquiera las entienden.

Chadi El Hamad Barakat es el propietario de dos locales en esa calle: Javivi, que también tiene problemas por ocupar la peatonal, y Nour, esquinero, por el que le piden permiso por uso de vía pública, pese a no interrumpir el metro y medio reglamentado de la peatonal.

El de Hussein Bzeih es otro de los casos. Su local, Al Sultan Grill, espera el permiso de habilitación, que ahora tiene uso de suelo residencial. “Igual cerraron el 20, y eso que cada 24 me presento en el Municipio para seguir con el trámite. No es que no quiero hacerlo”.

Para su sorpresa, también le exigen el ya famoso permiso para uso de mesas y sillas en peatonal, que le solicitaron a Ali en La Turquita. Sorpresa, explica, porque el restaurante no tiene salida a la vereda. De hecho, hasta posee un cerramiento cercado con vidrios.

Hussein hace una observación. “En mi país (Israel), los permisos se sacan en un solo lugar. Acá te obligan a sacar 8 y 9 permisos en lugares diferentes. Es una locura”.

“El día que me cerraron”, recuerda Chadi, “lo hicieron sin orden previa, sin notificación. No se puede hacer eso. Nadie está por encima de la ley. Yo respeto la ley. Todos debemos respetarla. Pero si me vas a cerrar, dame una razón. Ahora me dicen que es permiso de vía pública. Bien, lo sacaré. He hablado con Xavier Narváez (el director), que es un hombre bueno, profesional. El problema no está allí, sino en algunos que están abajo de él”.

Chadi no puede evitar un tono emotivo. Cree que cosas buenas están pasándole a la ciudad, pero también considera que es necesario apoyar en este tema a quien invierte.

“Los locales de comida atraen al turista, hacen más exitoso un lugar. Mientras más movimiento, menos inseguridad. Es así. ¿Por qué entonces no dar todas las facilidades para los trámites, orientaciones? ¿Por qué preferir una clausura sin aviso?”.

Ali lo secunda: “No vendemos cerveza, tampoco alcohol, ni siquiera pipas. Aquí la gente viene a descansar, a conversar, a pasarla bien. ¿Qué hacemos mal? Mal hecho que nos traten como nos trataron. Se dijo que tenemos problemas por los permisos. Bien, ayúdennos a cumplir. Oriéntennos”.

El tráfico en la zona de 18:00 a 19:30 es intenso. Es necesario, dicen, que un agente de tránsito controle el sector. La ATM se quejó en el Municipio del tráfico, explica Ali, porque los clientes se parquean. “Sería bueno que envíe a un oficial. En todos los lugares del mundo las cosas de tránsito no tienen nada que ver con los dueños de locales. En ningún lugar tienes la obligación como dueño de decirle a tu cliente que parquee bien”.

n Guayaquil