Creatividad, empresa
y diversificacion

El petróleo ha sido, en el mejor de los casos, una muleta poco confiable para la economía. Su valor agregado sectorial, junto con el de la industria, la agricultura y la construcción, pesa alrededor del 10% del producto. Pero por tratarse de un sólo producto en un mercado volátil, sus épocas de abundancia en los setenta y en esta década, no han terminado bien.

En ambos casos, la abundancia fue acompañada de la burbuja de deuda pública que se alimentó con la renta del petróleo, para luego de caer en peligrosa adicción, terminar en zozobra.

En los setenta el resultado fue ruinoso, y toda una generación debió pagar la desaprensión de quienes propagaron el endeudamiento agresivo. En estos días estamos cayendo en la misma trampa: endeudamiento acelerado, desenfreno fiscal, economía en recesión, y tendencias insostenibles hacia adelante.

El “cambio de la matriz productiva” no pasa de ser un slogan que apunta hacia modelos que no calzan con la vocación o recursos de los ecuatorianos. El país no requiere el montaje de industrias pesadas que jamás serán competitivas.

En cambio, sí tiene la opción de importar lo que requiere en un intercambio de libre comercio, dedicando sus recursos hacia lo que sabe hacer y en lo que debe emprender.

Las recetas de la planificación y de la ingeniería social no funcionan. El cambio hacia el bienestar reside en los límites de la creatividad, en la toma de riesgos por parte de empresarios que son refractarios a prosperar a la sombra de políticas proteccionistas, políticas que son la forma más sagaz de alcahuetería que se ha inventado en nombre del mercado.

Son los empresarios libres y los creadores de ideas, oportunidades, y realizaciones materiales los que deben marcar el rumbo de la diversificación: aprovechando el potencial agrícola, pecuario, pesquero primario, y geográfico del país; impulsando la generación del conocimiento a todos los confines de la sociedad; retornando a la comunidad de naciones que progresan; impulsando el comercio exterior; y dejando que las fuerzas del mercado permitan la distribución óptima de los recursos de la sociedad.

Hay formas de progresar, pero se requiere salir de la modorra intelectual que, de un tiempo a esta parte, domina el pensamiento ecuatoriano.