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Correa retoma la agenda en su retorno a Guayaquil

Ha vuelto. Sacudiendo los escombros del terremoto del discurso oficial, el presidente Rafael Correa volvió a Guayaquil en una visita sin riesgo político que incluyó recorridos por Durán y la isla Santay.

Recorrido. El presidente atiende los gritos de un simpatizante ayer, durante su visita al cerro las Cabras.

Ha vuelto. Sacudiendo los escombros del terremoto del discurso oficial, el presidente Rafael Correa volvió a Guayaquil en una visita sin riesgo político que incluyó recorridos por Durán y la isla Santay.

Su tradicional visita de los martes, suspendida desde el 16 de abril, marca el regreso del mandatario a las banderas políticas que intenta, desde inicios de año, posicionar en la ciudad: microtráfico y vivienda. Pero también marca un regreso a las formas: el más alto vigilante de la esfera pública, capaz de presentarse en hospitales y escuelas y cárceles, hizo espacio ayer para un recorrido por el edificio Montecristi, la nueva casa de la Fiscalía General del Estado.

Horas antes, por la mañana, Correa ingresó a pie por el camino de tierra que conduce hacia el cerro las Cabras, uno de los tres sectores dominados por el microtráfico que han sido intervenidos por la Policía y el Gobierno Nacional. Acompañado por los ministros de Educación, Inclusión, Drogas, Seguridad e Interior, el presidente no tuvo más que soltar en público la pregunta que muchos se hicieron en privado: “¿Por qué venir con medio Gobierno al cerro las Cabras?”.

Es una cuestión de mensajes, de banderas políticas o, en jerga correísta: “ratificar la voluntad” del Gobierno en la lucha contra el microtráfico. Una lucha que, a su parecer, no encuentra colaboración en la administración socialcristiana de Jaime Nebot y que, donde cuenta con apertura municipal -como Durán- “está cambiando la realidad”, dice. ¿Cómo lo sabe? Porque “se nota que está cambiando la realidad”.

No tiene para qué profundizar. El ministro del Interior, José Serrano, ya se ha encargado de repartir estadísticas: 33 detenidos, 20 sentenciados, 13 a la espera de condena, 65 mitos de la inseguridad identificados... Así que el presidente no tiene sino que saltar hacia las bondades que una mayoría legislativa proporciona para la lucha contra el microtráfico.

Al menos ese era el plan. Interrumpido a gritos por una ciudadana que pedía agua potable, a quien Correa replicó, esta vez, con tono cuidado: “interrumpir es de mala educación”, no tuvo más remedio que desviarse y responder: “usted debe saber que no es responsabilidad mía, del Gobierno, sino del municipio”, dijo en referencia a la administración de Alexandra Arce, alcaldesa de Durán por Alianza PAIS. Tardó solo segundos en añadir que la “alcaldesa está haciendo una labor histórica” y, sobre la marcha, cargó parte de la responsabilidad sobre un nuevo actor: la población, que pedía agua, alcantarillado y caminos.

“Yo sé que no les va a gustar que les diga esto”, adelantó Correa. “¿Pero cómo nos vinimos a vivir a un lugar sin agua, alcantarillado y sin caminos?”. No se quedó a averiguarlo. Minutos después se despidió y continuó con su agenda.