Convenios Ecuador-EE. UU.

Entre las herencias negativas de la década infame es evidente que una de ellas fue la sistemática decisión de tensar las relaciones con los Estados Unidos, sin que importe en razón de cuál justificación ocurrían. Todo se lo justificaba en nombre de un fementido y trasnochado antiimperialismo, calificable como tal visto lo visto recientemente en cuanto a relaciones internacionales. En efecto, la evidente armonía reinante entre Rusia, China y Corea del Norte con los Estados Unidos debieron hacer pensar a nuestra Cancillería lo obsoleto de mantener en vigencia un esquema fuera de uso en el mundo contemporáneo.

Incluso Cuba, durante el periodo Obama, dio pasos orientados a fortalecer sus relaciones con su vecino del norte.

Así las cosas, luego de un año de meditaciones y reacomodo de los criterios discrepantes, pareciera que el Gobierno nacional se ha decidido a reformar sus esquemas de política internacional, orientándolos a un pragmatismo que sin alejarse de los mandatos constitucionales y las prácticas más vinculadas a la defensa de los principios que la sustentan, permitan la colaboración con todos los países en temas que son de obligatorio cumplimiento para todos los miembros de la comunidad internacional.

Dos de ellos, concretamente, la lucha contra el terrorismo y el combate al narcotráfico, van a contar con la colaboración norteamericana en términos del aporte de información de inteligencia, a partir de la instalación en el Ecuador de una oficina de cooperación de seguridad de los Estados Unidos.

Se concretan de esta manera las decisiones de realizar esfuerzos conjuntos destinados a combatir graves problemas de la humanidad que se definieron con motivo de la visita del vicepresidente Mike Pence en el pasado mes de junio. Vale anotar que el Ecuador mantiene convenios con fines similares de seguridad con Japón y Francia.

Cabría esperar que en otros aspectos, como el combate contra el hambre en los conglomerados periurbanos y el desarrollo científico tecnológico para incrementar la productividad en los campos, también se firmen convenios semejantes, dado que bien se sabe que flagelos, como el terrorismo y el narcotráfico están directamente vinculados, y en mucho derivan, de las inaceptables condiciones socioeconómicas en que viven amplios sectores poblacionales.