
Controles en Manabí reducen homicidios, pero la violencia persiste en 2025
Capturas de cabecillas y decomisos importantes no lograron frenar el aumento de asesinatos entre enero y junio de este año
El 3 de junio de 2024, por decreto presidencial, la alta cúpula policial y militar del Ecuador se trasladó a Manta, Manabí, con el objetivo de contener la violencia criminal que azotaba a la provincia. La medida, que se extendió por un año y diez días, formó parte de la estrategia del presidente Daniel Noboa para enfrentar al crimen organizado en una de las zonas más conflictivas del país.
Durante este periodo, el denominado Bloque de Seguridad, integrado por fuerzas armadas y policiales, ejecutó operativos intensivos en los 22 cantones de Manabí. Según cifras oficiales, en junio de 2024 (primer mes de la intervención) las muertes violentas se redujeron de 112 (en mayo) a 44. Sin embargo, la tendencia no se mantuvo: entre enero y el 3 de junio de 2025 se registraron 502 homicidios, frente a los 388 del mismo periodo del año anterior.
Tácticas y desafíos en la lucha contra el crimen organizado
El general de Brigada Kléber Guaytarilla, comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Manabí, calificó la intervención como “altamente positiva”, destacando la captura de cabecillas, la incautación de armas y drogas, y el debilitamiento de estructuras criminales. No obstante, reconoció que “los grupos suelen reaccionar violentamente entre sí, provocando un aumento temporal en los niveles de violencia”.
En esa misma línea, el excomandante de la Policía, Mario Segovia, explicó una de las tácticas empleadas por las bandas criminales: “Cuando se realizan operativos, los delincuentes suelen enviar grupos de avanzada que se encargan de ‘limpiar’ el camino por donde van a circular. Estos grupos van armados y equipados con sistemas de comunicación (SIMs), asegurando que el trayecto esté libre de obstáculos o presencia policial”.
Impacto del crimen organizado y recomendaciones de expertos
El Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado (OECO) identificó a Manta como el “centro de negocios del crimen organizado” en Ecuador, debido al lavado de activos en sectores como el inmobiliario, pesquero y de apuestas. Su director, Renato Rivera, advirtió: “La militarización no basta. Se requiere inteligencia financiera, depuración institucional y programas sociales sostenidos”.
A pesar de los esfuerzos, Manta y Portoviejo concentran el 70% de los asesinatos en Manabí. La guerra entre bandas como Los Choneros y Los Lobos continúa, alimentada por la disputa territorial y el control de rutas del narcotráfico.
Intervención de la cúpula policial en Guayaquil fortalece seguridad ciudadana
Retomando el papel de la cúpula policial y militar en la estrategia de seguridad, el traslado a Guayaquil implica coordinación directa entre mandos policiales y militares, despliegue de equipos de inteligencia y análisis de datos, refuerzo logístico y humano en zonas críticas y supervisión política directa sobre jueces y fiscales que liberen a sospechosos peligrosos.
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Aunque la medida ha sido bien recibida por sectores ciudadanos, también ha generado dudas sobre su sostenibilidad. Se trata de una acción temporal, sin una fecha definida de reversión, en un contexto donde el país continúa bajo conflicto armado interno y estado de excepción en siete provincias.
Opiniones sobre la efectividad de la intervención
Para el experto en seguridad Daniel Pontón, la intervención respondió a una necesidad inmediata, pero no resuelve el problema de fondo: “La intervención es relevante en la medida en que surgen situaciones urgentes que requieren atención inmediata. Lamentablemente, la urgencia suele consumir gran parte de la energía, el tiempo y los esfuerzos en la gestión de la seguridad. Esto no es algo nuevo, ha sido una constante. El verdadero desafío es que, frente a estas urgencias, también se debe trabajar en una solución más estratégica y de largo plazo”.
Finalmente, Segovia enfatizó la necesidad de corresponsabilidad institucional: “La Policía debe cumplir su labor en sus territorios, especialmente en las grandes ciudades y poblaciones. No se puede esperar que solo la Policía y las Fuerzas Armadas resuelvan completamente el problema, porque este no recae únicamente sobre sus hombros”.
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