
Consulta popular: El país no comió cuento, ¿lo entenderá así Daniel Noboa?
Análisis. El Gobierno puede interpretar los resultados. La realidad es que el país no avala su proyecto autoritario
Este domingo 16 de noviembre, el pueblo ecuatoriano demostró tener la perspicacia política suficiente no ya para valorar las preguntas de la consulta popular e interpretar los complicados y kilométricos anexos, que se supone constituían su esencia, sino para entender, sin necesidad de leerlos siquiera, algo incluso más impreciso pero más trascendental: el subtexto de esas preguntas.
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Porque vamos a ver: ¿quieren o no quieren los ecuatorianos que se levante la prohibición para que haya bases militares extranjeras en su territorio (léase bases estadounidenses, porque ese era el mensaje: hasta vino Kristi Noem)? Bueno, la mayoría no le hizo feos a la base de Manta mientras duró y, a decir verdad, se la extraña. Y la mayoría no piensa de los gringos lo que a Rafael Correa y su banda de chavistas les gustaría que pensaran: en realidad se los aprecia. O sea que sí, claro que los ecuatorianos están de acuerdo con que haya bases estadounidenses, quizá no en las Galápagos pero sí en algún otro lugar. Cualquier cosa que ayude a combatir a los grupos de delincuencia organizada que hacen invivible este país sería bienvenida.
¿Quieren o no quieren los ecuatorianos que se reduzca el número de asambleístas que tan mala fama tienen y a quienes se atribuye, en el imaginario popular, todas las mediocridades, todas las miserias y todas las corrupciones de la política nacional? Claro que quieren: mientras menos de esas alimañas tengamos viviendo a expensas del erario público, mejor.
¿Quieren o no quieren los ecuatorianos que se les quite el financiamiento a los partidos políticos que a nadie representan y nadie sabe de dónde salen y qué buscan? ¿Cómo no van a querer los ecuatorianos que se le deje de entregar dinero público a semejante banda de oportunistas? ¡Claro que quieren!
Entonces, ¿por qué votaron mayoritariamente por el No (en promedio: 6 a 4) en todas esas preguntas? Por lo dicho: porque entendieron el subtexto. Es decir, tuvieron la perspicacia política suficiente para darse cuenta de que lo que les estaba preguntando Daniel Noboa no era eso sino otra cosa que no se atrevía a preguntar directamente. Comprendieron que lo que les estaba pidiendo el presidente era un aval, un cheque en blanco. Intuyeron, quizá, que ese cheque en blanco cobraba forma en la cuarta pregunta, la de la Constituyente. Y que, en su conjunto, las preguntas nomás eran señuelos, engañabobos. Entonces dijeron No porque, la verdad sea dicha, a nadie le gusta que le vean la cara de pendejo.
La pregunta, ahora, es qué piensa hacer el presidente con estos resultados. No se vale decir que basta con aceptarlos, celebrar el “talante democrático” del régimen y seguir como hasta ahora. Aceptar los resultados es lo mínimo, no entraña ningún mérito. La virtud está en interpretarlos adecuadamente y enmendar. Quizá si el país le negó al presidente el cheque en blanco que pedía es porque se dio cuenta de que estaba montando un sistema en el que no tuviera que rendir cuentas de nada: ni del crimen de las Malvinas, ni de los escandalosos conflictos de interés de la familia y los amigos, ni de las compras truchas de Progen, ni de los sospechosos recorridos del Porsche de Industrial Molinera… En fin, de nada.

Es a todas esas cosas que el Ecuador dijo No. Mal haría el presidente en interpretar que el país eligió la Constitución de Montecristi, a la que todavía él puede sacar mucho provecho, por cierto, controlando como controla la Corte Nacional, el Consejo de la Judicatura, el Consejo de Participación Ciudadana…
A propósito: la pregunta sobre la eliminación del CPCCS se quedó rezagada y no alcanzó a entrar en la consulta. ¿Qué piensa hacer con ella el presidente? ¿Promoverá esa reforma a la Constitución aprovechando su mayoría en la Asamblea o se contentará con lo que tiene, que es bastante para cualquiera que pretenda gobernar este país con los presupuestos políticos del correísmo?
El país le dijo No a la Constituyente porque no confía en el proceso que él se disponía a liderar, no porque le guste la Constitución de Montecristi. ¿Le gusta a él?
Los vocales del CNE emitieron el último pronunciamiento del 16 de noviembre de 2025 sobre el Referéndum y Consulta Popular, y su presidenta, Diana Atamaint, reconoció una tendencia marcada.
— Diario Expreso (@Expresoec) November 17, 2025
Los detalles: https://t.co/eahHWADu17 pic.twitter.com/DOJ7qJeIoS
¿Cómo debe interpretar el Gobierno este resultado?
Además, interpretar los resultados como un voto a favor de la Constitución actual sería conceder al correísmo una victoria que no es suya. Por supuesto que la proclamarán, si no han empezado a hacerlo ya. Era muy cómoda la posición del correísmo en esta consulta: lo suyo era ganar o ganar. Si el triunfo era para el No, como ocurrió, se lo atribuirían como otro triunfo electoral en su currículum, a pesar de que no hicieron el menor esfuerzo por presentar siquiera un esbozo de campaña. Si, por el contrario, ganaba el Sí, se aprestarían a participar en la constituyente con el propósito de negociar sus sucios intereses, de sobra conocidos, o boicotearla. Ya tenían hasta candidatos, que hoy estarán asumiendo el resultado como una derrota personal.
Porque el vencedor de esta consulta no es, ni de lejos, el correísmo. El vencedor es la ciudadanía antiautoritaria, sin cuyo voto el correísmo no habría llegado ni a la esquina.
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