Sobre la consulta

En los últimos años no he puesto mayor atención a los enlaces del Gobierno. Hace dos semanas, sin embargo, estaba pegada al televisor. Era el momento de la verdad: donde se definiría si teníamos un mandatario con personalidad propia o un “showman”, como afirmaban las teorías conspirativas. Solo con las primeras 2 preguntas estuvo claro a qué bando pertenecía. Las preguntas no hicieron más que aumentar mi sorpresa. En primer lugar, parecía que estaba ante un presidente que había escuchado. Cuántas veces no he leído críticas en los periódicos. Analistas, economistas, expertos en derechos humanos, que han tratado de hacerse oír, pidiendo al poder que ratifique una medida. Al final, arábamos en el mar. Esta vez me sorprendió que al menos, versiones a las preguntas que Gabriela Calderón planteaba en su artículo Solo dos preguntas, habían sido incluidas. ¿Tiene la opinión pública un nuevo rol en este -aparente- cambio de época? Aún es temprano para afirmarlo. En este momento los intereses de quienes buscamos un país menos autoritario están en sintonía con los de un presidente que (para sobrevivir a escándalos de corrupción) tuvo que desligarse del proyecto político que le dio vida. Y una vez tomada esa decisión no hubo marcha atrás. También llamó mi atención (una vez más) la agilidad política de Lenín. Tomemos solo un ejemplo: ¿quién votaría en contra de la pregunta que no permitiría que prescriban los delitos sexuales? Con esto mantiene su imagen humana e imposibilita una campaña de “votar no” (de forma completa) a la consulta. Hay otro elemento que quisiera destacar. No de la consulta en sí, pero de la actitud de ciertos políticos, posterior a su anuncio. La mayoría de la oposición ha mostrado su apoyo, pero hay que tener cuidado en cómo se lo da. Guillermo Lasso afirmó: “Esta consulta popular es nuestra y la vamos a defender”. En otra ocasión declaró: “Son los mismos temas que prometimos consultar durante la campaña”. Esto es alimentar el discurso de AP sobre la venta de la patria y el retorno de los de siempre. Tengamos cuidado, si queremos el triunfo del país, hay que dejar de lado los personales.