
Comercio y turismo, los mas golpeados
40-100 por ciento es la afectación del comercio en Manabí, dependiendo del cantón.
Antes del terremoto, Manabí y Esmeraldas tenían un perfil de actividad económica muy parecido. Con ventas al por menor, empresas pequeñas, ingresos reducidos y con el ciudadano común como cliente principal, según el Censo Nacional Económico de 2010 (el último disponible). Después del terremoto, ambas afrontan un daño similar en ese tejido y el mismo reto: levantar los pequeños negocios que daban empleo a su gente.
El 53 % de las empresas en Manabí se dedicaba a las ventas al por menor; en Esmeraldas era el 56 %. El 94 % y el 95 %, respectivamente, de los negocios tenían entre uno y nueve empleados. Y alrededor de la mitad generaba como mucho 10.000 dólares al mes de ingresos en ventas.
Esas fuentes de trabajo, que responden a un perfil de emprendedor que pone todos sus esfuerzos en poner un negocio y construir una vida durante muchos años, han quedado reducidas a escombros.
Según ha ido publicando la Secretaría de Gestión de Riesgos en los días posteriores al sismo de 7,8 en la escala de Richter, el comercio está afectado en Manabí, entre un 40 y un 100 %, dependiendo del cantón. Y en Esmeraldas, entre un 5 y un 50 %.
En el terreno, estas cifras hablan de 3.222 pescadores artesanales damnificados, sin casa, con la angustia de haber perdido a familiares, que salen a pescar en sus lanchas y cuando regresan no tienen dónde vender el resultado de sus capturas. Así lo cuenta Gabriela Cruz, representante de los pescadores artesanales (Fenacopec).
Pero esas cifras también hablan de los gerentes de los 65 hoteles destruidos o dañados entre las dos provincias, que tienen deudas con las entidades financieras públicas y privadas, y unos empleados contratados a los que ahora no saben qué tarea asignar. “Si no hay clientes, cómo van a pagar la afiliación al IESS; si no hay hoteles, cómo les van a dar trabajo, y si tienen deudas, cómo van a pagar por despedirlos”, resume Holbach Muñetón, presidente de la Federación de Cámaras de Turismo (Fenecaptur). El turismo daba empleo hasta el pasado sábado a unas 3.000 personas en las provincias afectadas y entre el 10 y 12 % de los negocios de Manabí y Esmeraldas se dedicaban al alojamiento y servicios de comida. En una semana, calcula Muñetón, ya se ha caído en torno al 20 % de las reservaciones de turistas internacionales.
Las que se mantienen sin grandes alteraciones son las grandes industrias. Riesgos calcula que los daños a este sector en Manabí van del 2 al 10 %, dependiendo de la zona. Y en Esmeraldas, ninguno.
Algo que ratifican Bruno Leone, presidente de la Cámara Nacional de Pesquería, y Pablo Pinargote, representante de exportadores de café (Anecafé). El primero reconoce que las conserveras de pescado y atún detuvieron su actividad una semana, porque los empleados estaban preocupados y no había agua ni luz. Ya están operativos. El parón se asemeja, en impacto económico, a cuando se hace mantenimiento. Y en el café, según Pinargote, no hay daños en los cafetales y el deterioro de la infraestructura en la industria cafetera también se ha superado.