Gastronomía. En cada local, los propietarios ofrecieron un piqueo o muestra de sus productos.

Comer rico y pedalear seguro, en menos kilometros y mas huecas

La Ciclorruta Gastronómica recorrió nueve locales. Se planifica una rodada para visitar los monigotes gigantes. Los participantes recuerdan la falta de ciclovías.

Los pies de Antonio Murillo, de 75 años, han empujado los mismos pedales durante 35 años. Su bicicleta, corroída por el tiempo, fue un regalo de su padre, en una época en la que ir sobre dos ruedas era menos complejo que ahora, relata.

“Antes yo iba y venía con mi bicicleta desde Milagro. Ahora eso es imposible. La cantidad de carros que existen, a uno lo atemoriza. (...) Dentro de la ciudad es igual, faltan señales, no hay una ciclovía; y es una pena, porque para mí este ejercicio es el mejor que hay”, manifiesta.

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En el afán de hacer deporte seguro y conocer los platos de las huecas en la ciudad, Murillo se unió ayer por primera vez a la II Ciclorruta Gastronómica que organiza la Empresa Pública de Turismo, la compañía Iguana Bike Tours y la Escuela de los Chefs.

El recorrido, custodiado por miembros de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM), arrancó bajo un intenso sol cerca de las 09:30 desde la Plaza de la Administración.

El año pasado, cuando se inauguró este evento, los ciclistas pedalearon 15 kilómetros. En este 2019 esa cifra se redujo a 8,5 kilómetros. No así la cantidad de huecas, que aumentó de siete a nueve.

La primera parada fue en Cuenca y Chimborazo, donde se ubica el quiosco de los jugos de coco de Mr. Palma. Luego los ciclistas avanzaron hacia Melt Gelato, Gran Arrecife, Arturito: el Descanso de los Amigos, Colada Morada, El Manabita, El Pez Volador, Cevichería de Marcelo y Soda Bar Centenario, en ese orden. En cada local, al igual que el año pasado, los propietarios brindaron piqueos a los visitantes y hablaron sobre su negocio.

Johnny Valdez, participante del recorrido, se adelantó hacia la hueca Colada Morada para saborear la bebida que, asegura, no tuvo oportunidad de probar durante el Día de los Difuntos. Es la segunda vez que asiste porque, piensa, es la única manera de hacer deporte sin el riesgo de sufrir accidentes, al tener resguardo de la ATM.

“Esta es una bonita forma de conocer la ciudad. Yo empecé a practicar este deporte el año pasado con mis hijos y después me uní a un grupo. Siempre tratamos de andar en grupo para protegernos”, señala.

Walter Miller, de 67 años, tiene una percepción similar sobre lo que implica rodar por la urbe. “Este evento logra que la gente se sume, se integre, principalmente los adultos mayores. Nuestro sueño es lograr que, como en otras partes del mundo, se respete al ciclista. Por ahora, la única manera de rodar seguros es en eventos con respaldo”.

Según Gloria Gallardo, presidenta de la Empresa de Turismo, en este evento se inscribieron 250 ciclistas, con expectativa de llegar a 300. Según Cristian Sáenz, gerente de Iguana Bike Tours, se está pensando en un evento similar en 2020, que implicaría una ciclorruta de los monigotes gigantes.