Mas que un club, su segunda casa

La familiaridad que se vive en el Club Nacional no es coincidencia, como dijo uno de los socios “somos una gran masa que viene a disfrutar”. Tal es el placer que experimentan en las instalaciones que se ha convertido en su segunda casa, así lo declaran la mayoría de miembros.

Mientras los hombres ríen en las diferentes canchas de tenis de arcilla, un grupo de mujeres se relaja a la orilla de la piscina tomando algo de sol y otras, lo hacen dentro del sauna o en el gimnasio, donde también aprovechan para “ponerse al día”.

Los más pequeños del hogar se apoderan de la piscina (supervisada por un salvavidas), que cuenta con innovadores juegos infantiles: uno de ellos de hasta tres pisos. Una vez fuera del agua, la ‘Ciudad del Niño’ toma su atención. Allí encuentran desde cancha de fútbol pequeñas hasta infraestructuras de madera que los invitan a aventurarse. Todo esto, al aire libre.

“Para nosotros es nuestro segundo hogar. Acá la idea es disfrutar de la camaradería, venir a hacer deportes y olvidarnos de tantas horas de trabajo. Es un lugar seguro, para nosotros y para nuestros niños”, explicó Gilberto Mosquera, socio activo del club y amante del tenis.

Aunque el club abre sus puertas de martes a domingo, los fines de semana son los días ideales para relajarse durante varias horas. Esto lo explica a perfección otro socio, Gustavo Soriano: “Tengo 12 años en el club y es mi segunda casa. Me siento a gusto y sobre todo me dan permiso (ríe). Con mi familia llegamos en la mañana y nos vamos por la noche. Aquí almorzamos y cenamos”, dijo.

Precisamente una de las grandes atracciones del Club Nacional es su solicitado caldo de bola. Frecia Albarracín, directora del club, reveló que “tiene gran demanda por los socios y, a veces, hay que llamar a separar el plato, es uno muy especial para todos”.

Un club que brilla por su historia, lo impecable de sus instalaciones y la fraternidad de sus socios. Sin duda, una opción idónea para la familia.