Vino de un hogar cero tradicional, con absoluta libertad de pensamiento, sin prejuicios ni presiones.

Claudia Gonzalez, plenitud al maximo nivel

Guapísima, y a sus 50 años aparenta mucho menos. Desborda energía y, carismática, envuelve con una mirada penetrante pero cálida, y fácilmente se descubre en ella un bien plantado carácter.

Guapísima, y a sus 50 años aparenta mucho menos. Desborda energía y, carismática, envuelve con una mirada penetrante pero cálida, y fácilmente se descubre en ella un bien plantado carácter.

Su casa es su fiel reflejo. Con acertadas ráfagas de color, todo brilla en total armonía, lo que delata un gusto exquisito por el detalle. De pronto, el manto divino de su reciente maternidad irrumpe glorioso con el llanto de Eva María, que despierta de su siesta. Cumplió 18 meses y es la luz de toda la familia.

Para Claudia González, el milagro de amor total. “Esto de ser madre en la madurez es algo de locos. Di a luz a los 49 con un embarazo perfecto, un parto natural sensacional y la lactancia va siendo excelente. No hay día que no lo agradezca. Creo que un ángel me ha cuidado y me mandó este regalo que disfruto enormemente. ¡Las dos somos chicle, inseparables!”.

Después de 17 años, asume de nuevo el desafío de ser madre, decidida a dar a su familia, la estabilidad emocional que, tiempo atrás, no necesariamente tuvo. “Mis padres se divorciaron cuando tenía 11 años. Eso me generó vacíos emocionales y tuve que trabajar mucho tiempo para estabilizar mis temores, formarme como mujer, sobrellevar los conflictos sin confrontar y sentirme segura de mis afectos”.

De esa forma llega a su plenitud, enamorada y agradecida. De su esposo, Javier Dávila, dice, es “el hombre más extraordinario, inteligente, cariñoso, generoso y muy afectivo. Además, respeta mi trabajo y siempre me motiva”.

Y es que para Claudia, “el amor es la decisión de entregarse, de dar, de trabajar en conjunto, de comprometerse, de perdonar, de tolerar y expresar con honestidad lo que se siente”.

Sobre esa base, la pareja ha formado una hermosa familia con Eva María y los tres primeros hijos de Claudia: Paloma (25), Luis Guillermo (21) y Antonio (19) Velasco, de los que se siente profundamente orgullosa. “Son chicos bondadosos, determinados, exitosos. El vínculo entre nosotros ha sido muy fuerte y han sabido perdonar mis errores. Algo habré hecho bien al tener hijos tan maravillosos”.

Llegó la fama

Su historia es por demás apasionante. Vino de un hogar cero tradicional, con absoluta libertad de pensamiento, sin prejuicios ni presiones, lo que la obligó a regularse a sí misma desde muy chica. Y aunque un poco desprovista de protección o amparo, logró formar su propio criterio siendo extremadamente responsable y exigente con ella misma.

Gran estudiante, a los 16 saboreó las mieles de la fama cuando Margarita Dávalos la lanzó al estrellato en programas concurso y familiares como ‘El Club de Menudo’ o ‘De domingo a domingo’, que tuvieron picos de altísimo rating en los años 80, cuando no existía la televisión por cable. El público se agolpaba fuera del canal para pedir su autógrafo. Por donde iba, Claudia era como una celebridad. Y ese reconocimiento la enganchó.

Decidió estudiar arte dramático en Canadá, y a los 20 años se convirtió en la primera actriz con formación profesional en el país. Protagonizó importantes producciones dramáticas de los noventa, como ‘Valeria’, ‘Libres para amar’ y ‘La vidente’. “Fue un tiempo intenso, no paraba de filmar, acababa molida pero contenta”.

El frenazo llegó al casarse y ser madre de tres. El ritmo bajó, porque sus hijos siempre han sido su centro. Sin embargo, en el camino no podía faltar el teatro. Trabajó en importantes obras de Viviana Cordero, como ‘Monólogos de la vagina’ y ‘Entre arrugas y bisturís’.

Talentosa y multifacética, también estuvo a cargo de la dirección editorial de la revista Cosas, mientras se preparaba para cumplir otra meta: ser psicóloga y obtener una maestría como psicóloga sistémica breve. “Decidí apostar por mi futuro con una segunda profesión. Fueron ocho años de formación académica, mientras trabajaba en medios y con tres hijos, pero valió el esfuerzo”.

El gran reto de hoy

Con nuevas metas, formó Química Perfecta, el primer servicio formal dedicado a empatar parejas. A pesar de las satisfacciones profesionales, con Eva María nacida, se organizó y se enfocó de lleno en la psicoterapia.

“Le saqué el jugo a mi etapa de la actuación y de los medios, sin que quede ningún pendiente o nostalgia. Ahora disfruto lo que hago como psicoterapeuta, ayudando a quien viene con sufrimiento, guiándole para que tenga otra percepción de su vida y logre ser feliz. Eso es un privilegio para mí”.

Entre tanto tiene el segmento ‘De parejas’ en FM Mundo y escribe un libro de autoayuda en el que expondrá, sin tapujos, lo que significa el ejercicio sano del amor y cómo lograrlo. Una obra que, sin duda, será otro hit en su vida.

La Claudia de ayer, la que buscaba aplausos y reconocimientos, pasó a ser una mujer realista y con los pies sobre la tierra, dispuesta a no ceder lo que ha ganado con esfuerzo, como un regalo irrenunciable de la vida: el amor y el equilibrio al fin.

Palabras

-Tercermundismo: Palabra peyorativa.

-Sexo: Me encanta.

-Vejez: Miedo.

-Política: No me gusta.

-Libertad: Valentía.

-Comida: Francesa.

-El peor pecado: La falta de verdad.

-Casa: Hogar.

-Dinero: ¡Lo necesito!

-Mañana: Soleado.

“No temo ser distinta a la mayoría y reinventarme, siguiendo mi instinto para avanzar. En la vida hay que ser valiente para tomar decisiones y llevarlas a cabo.