QUISAPINCHA COMERCIO
Comercio. Los negocios se han visto obligados a reducir tiempo abiertos.YADIRA ILLESCAS

El cierre de negocios en Quisapincha pone en riesgo la tradición del cuero

En los últimos cuatro años han cerrado un total de 15 negocios en este sector de Tungurahua

Por décadas, Quisapincha ha sido el epicentro de la producción de artículos de cuero en Tungurahua. Sin embargo, en la actualidad sus calles reflejan un panorama distinto: locales cerrados, poca afluencia de clientes y una actividad comercial que se apaga temprano.

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Ubicada a solo 30 minutos del centro de Ambato, esta parroquia es reconocida por la fabricación y venta de chompas, bolsos, maletas, zapatos y otros productos de cuero.

La calle Celiano Zurita, la principal vía comercial, aún alberga cerca de 45 locales, pero en los últimos cuatro años al menos 15 han cerrado. Los comerciantes que resisten cuentan que la crisis les ha obligado a reducir horarios y personal.

Menor movimiento comercial

Los dueños de negocios con más de seis décadas en la zona confirman que la clientela ha disminuido drásticamente, lo que los obliga a cerrar a más tardar a las 18:00.

“Antes había más movimiento, pero ahora apenas trabajamos hasta esa hora porque no hay ventas”, comenta Ana Portero, quien junto a su esposo mantiene un local que en su mejor época empleaba a 30 obreros. Ahora solo contratan a dos trabajadores esporádicos para los cortes de cuero.

A la crisis comercial se suma la migración y la inseguridad, factores que han cambiado el ritmo de la parroquia. “Muchos jóvenes se han ido y la delincuencia en las zonas de la Costa y ciudades de la Sierra, donde llegaban también sus clientes, también ha crecido, por eso la gente prefiere cerrar sus locales antes de las 18:00”, explica Portero.

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Eliecer Echeverría, un turista que vino desde Guayaquil el lunes 3 de febrero, se sorprendió al ver la mayoría de los negocios cerrados. Recordó que antes de la pandemia del coronavirus los locales estaban abiertos hasta pasadas las 19:00. Él llegó a este punto con la intención de adquirir dos chaquetas de cuero, pero no tuvo mucha opción para escoger.

Marcela Ortiz, artesana de cuarta generación en Quisapincha, confirma que incluso las exportaciones han disminuido. Si antes enviaban cinco pedidos al año, ahora solo logran concretar dos.

La falta de demanda ha obligado a reducir la contratación de obreros. “Antes dábamos empleo a más personas, pero ahora apenas podemos sostener el negocio”, lamenta Ortiz.

Los comerciantes esperan que las autoridades intervengan con estrategias de promoción y seguridad para reactivar el sector. Mientras tanto, el brillo de Quisapincha, la cuna del cuero sigue apagándose con cada local que baja su cortina. 

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