
La ciencia quiere pronosticar la inteligencia
Imagine un mundo en el que un análisis de ADN que cuesta menos de 100 dólares sea capaz de predecir qué probabilidades tiene su hijo de ingresar a las escuelas más selectas o de alcanzar un doctorado...
Imagine un mundo en el que un análisis de ADN que cuesta menos de 100 dólares sea capaz de predecir qué probabilidades tiene su hijo de ingresar a las escuelas más selectas o de alcanzar un doctorado... Pues el futuro va a ser justo así, al menos eso es lo que dice la Ciencia.
Un artículo titulado La Nueva Genética de la Inteligencia (The New Genetics of Intelligence), publicado en enero, predice que los padres usarán test genéticos para predecir las capacidades intelectuales de sus hijos para tomar decisiones sobre su futuro académico. Este concepto se ha bautizado como educación de precisión.
Hace alrededor de un año aún no se había logrado asociar un gen al rendimiento en una prueba de coeficiente intelectual. Desde entonces, se han descubierto más de 500 y, ahora mismo, ya se está realizando un estudio a largo plazo de 13.000 pares de británicos gemelos para lograrlo.
Según el MIT Technology Review, varios servicios online, como GenePlaza y DNA Land, han comenzado a ofrecer la posibilidad de cuantificar el coeficiente intelectual (CI) genético de una muestra de saliva. Es decir, que el interés y la demanda existen.
Esta clase de pruebas de ADN pueden usarse para evaluar las perspectivas académicas de los niños, o para orientarlos a una mejor educación... pero también si observamos que sencillamente no son tan competentes como debieran, quizá para desalentar una posible carrera académica.
Algo como ‘Gattaca’ (1997), el filme de ciencia ficción en el que los padres deciden tener hijos con la ayuda de la ingeniería genética para que tengan más salud y mejores oportunidades de conseguir buenos trabajos, ganar más dinero y tener éxito en la vida, frente a la posibilidad de que tengan que competir contra otras personas que fueron mejoradas al nacer, con los adelantos de la ingeniería genética y así poder cumplir sus sueños, con todos los dones necesarios para poder participar incluso en la conquista de otros planetas.
La misma película muestra el drama de un niño que debe sobrevivir en un mundo en el que las personas se dividen según su capacidad innata.
Esto es precisamente lo que le preocupa a los expertos como Catherine Bliss, de la Universidad de California en San Francisco (EE. UU.). “La idea es que tengamos esta información disponible independientemente de donde vayamos, como una etiqueta de identificación... para mí eso es realmente aterrador”.
Para los psicólogos, las pruebas de CI miden un concepto llamado factor G: el factor general de la inteligencia. Las personas que son mejores en matemáticas, razonamiento espacial, capacidad verbal y otras habilidades medidas en las pruebas obtienen un factor G más alto.
Sin embargo, el factor G está fuertemente correlacionado con los ingresos económicos, la felicidad, la salud y la esperanza de vida. También es altamente hereditario. La genética es responsable de más del 50 por ciento de la inteligencia, pero el resto se debe a sus escuelas, su dieta y hasta factores ambientales.
Aquí el problema: la precisión o la falta de ella. En este momento, las puntuaciones poligénicas solo captan una pequeña parte de los determinantes genéticos de la inteligencia y ninguno de los ambientales. Eso significa que las predicciones todavía no son claras.
‘23andMe’ no le apuesta al CI
La compañía ‘23andMe’ ha estudiado el ADN de más de cinco millones de personas y ofrece informes sobre 21 características que incluyen desde las posibilidades de tener una barbilla partida hasta la probabilidad de desarrollar calvicie. De estos informes de rasgos, 16 se elaboran mediante puntuaciones poligénicas. Pero ‘23andMe’ no ofrece ningún informe sobre facultades intelectuales. Y no es porque no tenga los datos; la empresa respaldada por Google sí los tiene. El logro educativo es algo que ya han estudiado anteriormente, pero que actualmente no persiguen como negocio, por algunas razones. Una de esas razones, según Shirley Wu, directora de productos, es “por el reto que supone la posible interpretación errónea de tal informe”.