China: estrategia de crecimiento

El crecimiento económico de China se ha venido desacelerando durante seis años -mucho más de lo esperado-. Ansiosos por frenar la caída, el Gobierno y economistas chinos han buscado, desesperadamente, una explicación clara que apuntase a una respuesta efectiva en materia de políticas. El pasado noviembre, oficialmente le echaron la culpa a deficiencias del lado de la oferta a largo plazo y prometieron reformas estructurales de amplio alcance. Sin embargo, el foco en el lado de la oferta ignora en gran medida el presente. China enfrenta dos desafíos diferentes: la cuestión de largo plazo de una caída de la tasa de crecimiento potencial y el inmediato problema de un crecimiento real por debajo del potencial. Entre los factores de largo plazo que minan el crecimiento potencial están los rendimientos a escala menguantes, una creciente brecha de ingresos y una esfera en contracción para el desarrollo tecnológico a través de la imitación. Además, su capacidad de sustentación (el tamaño de la población que el medioambiente puede sustentar) se está extenuando -a lo que los altos niveles de contaminación ciertamente no ayudan-. Para concluir, el país sufre un progreso inadecuado en cuanto a una reforma orientada hacia el mercado. Si bien algunos de estos factores son irreversibles, otros se pueden abordar de manera efectiva. De hecho, la estrategia de reforma del lado de la oferta del Gobierno implicará un avance importante en este sentido, estabilizando y hasta aumentando en definitiva el potencial de crecimiento de China, pero no impulsará la tasa de crecimiento real hoy. La importancia perdurable de la inversión inmobiliaria para su crecimiento económico se refleja en las tendencias del primer trimestre de este año. El crecimiento anual del PIB de 6,7 %, a pesar de ser la tasa más lenta en cualquier trimestre en siete años, superó las expectativas del mercado y fue impulsado en parte por un incremento imprevisto del crecimiento de la inversión inmobiliaria al 6 %. Esto no quiere decir que lo que China necesita sea mayor inversión inmobiliaria. Una de las razones más importantes para la reciente explosión de la inversión fue una liquidez abundante que motivó una demanda especulativa -y eso es insostenible. Pero no toda la inversión se crea de la misma manera. La inversión en infraestructura, en particular, bien puede ser la clave para afrontar las dificultades económicas de China. En un período de inactividad económica, la única manera de escapar de la trampa deuda-deflación es crecer fuertemente. En el corto plazo, cuando la sobrecapacidad y la deflación son los obstáculos principales, la inversión en infraestructura impulsa el crecimiento a través del lado de la demanda de la economía. En el largo plazo, opera a través del lado de la oferta para impulsar la productividad y así aumentar el potencial de crecimiento. China puede financiar esta inversión con déficits fiscales, dada la fuerte demanda de bonos del Gobierno. Y, considerando que los principales bancos de China todavía son de propiedad del Estado, y que aún existen controles de capital, el riesgo de una inminente crisis financiera es muy bajo. La inversión en infraestructura es muy necesaria para impedir que la economía siga cayendo y para permitirle a China generar el crecimiento sostenido de largo plazo que le hace falta para alcanzar el estatus de país desarrollado.

Project Syndicate