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Chaguarchimbana significa el lugar menos profundo para cruzar el río por la cercanía a Tomebamba y Yanuncay. / Jaime Marín

Chaguarchimbana, el camino que comunicaba a 2 ciudades

El lugar está destinado a actividades culturales en Cuenca. Es una de las sedes de la Bienal. Guarda una estrecha relación con la historia morlaca

En el año de 1900, ‘Chaguarchimbana’ fue una de las más elegantes mansiones de la región. Es de cuatro pisos y está ubicada al ingreso sureste de Cuenca, por donde pasaba el Camino Real que comunicaba a las dos ciudades más importantes del Imperio, Tomebamba y el Cuzco.

Fue una casa-quinta, llena de ostentaciones; muy cómoda y artísticamente concebida. Con amplios corredores, un mirador y murales que engalanan la fachada de la segunda planta, fue el hogar de la cuencana Florencia Astudillo, acaudalada mujer que nunca se casó y que donó su fortuna para obras de beneficencia en Cuenca y el Azuay.

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La edificación, tras algunos trabajos de restauración en 1992, mantiene su diseño inicial tanto en los exteriores como en los interiores. Es una propiedad en estrecha relación con la historia de Cuenca antes de su fundación y del barrio, bautizado de ‘Las Herrerías’, por la ubicación de los talleres de herreros y forjadores de hierro, que hasta hace unos diez años atrás se mantuvieron en el sitio, reseña el historiador Claudio Malo González.

En la época Colonial fue una de las entradas principales a la ciudad, reseña Malo González. Las viviendas en la zona tenían portales que servían de posada para los caballos de los viajeros, y fue una zona muy deseada en el año de 1960, por los adinerados que desearon tener allí una quinta.

El nombre de Chaguarchimbana con el que se bautizó al sector en 1787, y que se mantiene, etimológicamente significa el ‘penco del Vado’ es decir un ‘chaguarquero’, que indica el lugar menos profundo para cruzar el río, por la cercanía a los ríos Tomebamba y Yanuncay.

Funcionó ahí el museo de la Tierra y las Artes de Fuego, bajo la administración de la fundación Paúl Rivet. Está junto a la plaza del Herrero, donde imponente brilla un monumento a Vulcano, obra del alemán Helmut Hillenkamp, en homenaje a los artesanos herreros.

En la actualidad, la edificación es de propiedad municipal, y está destinada a promoción y fortalecimiento de la cultura, con talleres de capacitación, ferias artesanales y como una de las sedes de la Bienal de Cuenca que se organiza cada dos años.

Es una casa patrimonial, reconocida por los turistas como ‘señorial’, cuya construcción data del año 1870, con una tipología de vivienda urbana típica de la época de construcción propiedad de personas acaudaladas, a pesar de que se ubicaba en un sector en ese entonces considerado rural, consta en los documentos históricos de la propiedad.

En la planta baja se halla el patio central, las habitaciones frontales que eran de servicio, cocina, comedor y salas de recibimiento y los ambientes restantes, han sido convertidos en salas de exposición artesanal cultural. Igual las habitaciones del segundo piso.

Algunos elementos originales, entre ellos la pintura mural de la fachada principal, el papel tapiz, las puertas, elementos de madera, los pasamanos y algunos muros, debieron ser modificados, según consta en un documento de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo, encargada de la restauración.