MEDICINA ANCESTRAL
Cuenca. Un grupo de turistas experimenta con una sesión de cura en el tradicional mercado 10 de Agosto.JAIME MARÍN

Un centro de comidas y ‘curas’

En el mercado 10 de Agosto de Cuenca convergen gastronomía tradicional y medicina ancestral. El lugar se ha vuelto un ícono turístico

No es solo una parada obligada, es un núcleo de ancestralidad, tradición y costumbres que estampan en el alma la identidad morlaca y asombran a los visitantes en cada paso por Cuenca. Es el mercado 10 de Agosto, uno de los más grandes de la capital azuaya y donde no solo se expenden los víveres, abastos e insumos.

Es un centro alternativo de medicina natural y ancestral que comparte espacio con los locales de comidas legendarias preparadas con las recetas de las abuelas y convertidas en los platos típicos; sabores imperdibles para propios y visitantes.

El mercado fue construido un 3 de noviembre de 1954, con motivo de los 132 años de la Independencia de la ciudad. Está ubicado en el casco histórico, esquina de las calles Larga y General Torres, en cuya estructura física luce a su ingreso, los murales de la Catedral de la Inmaculada Concepción y de la Chola Cuencana, íconos históricos de la urbe.

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El olor a lavanda, manzanilla, santamaría, eucalipto, ruda y floripondio; inciensos, aceites y colonias, entre otras especies, anuncian el acceso al sector donde están unas 30 sanadoras ancestrales que, con su sabiduría heredada de sus ancestros, prestan los servicios de liberación de las “malas energías, malaire, mal de ojo y susto” de las personas de todas las edades. Son las conocidas ‘mamas’.

Es la tradición milenaria que se mantiene en base a la cosmovisión andina, señala Rosa Bueno, mujer de la ruralidad con 86 años de edad, la más antigua de las sanadores, y quien lleva más de siete décadas en el oficio. “Las hierbas son extraídas de los huertos naturales; con amor, fe, y buenas energías, porque solo así se pueda sanar”, señala Rosa tras precisar que, de acuerdo a lo aprendido de sus abuelos, “si las extrae sin fe ni amor, no surte efecto”.

Para María Rosa Sisalima, tal vez la más joven de las sanadoras que practica la medicina ancestral, sus servicios son solicitados a más de los nativos azuayos, por extranjeros que visitan la urbe. Son los martes y viernes de todas las semanas, y tras los ritos sanadores, “los gringuitos reviven y son personas nuevas”, expresa Sisalima. “Se les regala pulseras roja de semillas, hierbas medicinales, como elementos principales para ahuyentar las malas energías. Van contentos y comienzan así sus recorridos por los puestos de comida típica”, cuenta María Rosa.

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El trabajo de sanaciones se complementa con recetas de aguas en base a productos naturales de los huertos que se los vende en los puestos colindantes al espacio de sanaciones. Bueno y Sisalima coinciden al señalar con las aguas medicinales son el complemento de los ritos de sanación, y forman parte de la tradición ancestral y milenaria que aplican las curanderas.

El costo de la ‘cura’ varía de entre 3 a 7 dólares por persona, dependiendo si el pacientes desea adquirir un frasco de colonia elaborada con plantas medicinales para absorber y repeler las energías fuertes o negativas.

Con esas buenas energías luego de las limpias, en la segunda planta, está una diversidad de puestos o locales donde confluyen platos como hornado, mote, tortillas de maíz y de choclo y un café con mucho dulce o las papas con cuero, con la sazón estrechamente ligada a la tradición.

Es una mezcla de sabor que se suman a los crujientes cuyes y pollos que emanan un agradable olor y activan los sentidos del olfato, la vista y el gusto.

En la brasa se calientan llapingachos, papas y mote choclo, sucio, pillo, pelado y con cáscara que acompañan a estos platos tradicionales. Se complementa con el ají, hecho con tomate y “cebollitas” en piedra de moler y morteros, tan antiguos como la receta misma.

El lugar

Sabores y olor a montes

Todo está bajo un mismo espacio físico, el mercado 10 de Agosto, conocido también como el Centro de abastos galería donde converge la ancestralidad, tradición, costumbres dejadas por los abuelos y con la sabiduría milenaria de los antepasados, muy concurrido por visitantes a la capital azuaya.

El detalle. 

Homenaje. Los murales del mercado fueron realizados por los artistas Alexandre Perrin (Zemar) de Francia y Martín Arévalo (Martín Skills) de Cuenca.