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Estado central o autoritarismo

Una “teoría” incorporada en la Constitución vigente es la del Estado central, contraria a lo que verdaderamente significa un Estado conformado por todos los habitantes de un país. No existe un Estado central, de existir daría nacimiento a un Estado periférico, seccional o regional, lo cual es un absurdo.

El tiempo nos hace notar que fue una decisión política preconcebida, que buscaba afianzar un modelo de gestión centralizado, limitando atribuciones de los gobiernos seccionales. Aquello explica por qué se enfatiza en el art. 271 de la Constitución, que los gobiernos seccionales son partícipes de un porcentaje de los ingresos que corresponden al “Estado central”; es decir, estos organismos no serían copartícipes de la recaudación tributaria, que la pagan todos los ecuatorianos y que es lo que procede en un régimen republicano de Gobierno, adoptado por Ecuador desde que nació como Estado. Si a eso se agrega que los ayuntamientos (gobiernos cantonales) nacieron antes que el Estado ecuatoriano, no tiene justificación desconocer sus derechos y autonomía en la administración estatal. Lo antes expuesto nos lleva a sostener que el propósito fue sentar las bases para un ejercicio vertical del poder político, e implantar un autoritario manejo del país, estableciendo sumisión incondicional del gobernado a la autoridad, que busca imponer su criterio y voluntad. Seamos claros, el gobierno en un Estado tiene dos caminos: el uno, que existan grupos sociales en conflicto que luchan por alcanzar el poder y que cuando lo logran lo utilizan en su provecho. El otro, que los grupos sociales no sean necesariamente irreconciliables; existe un instrumento que es el Estado, capaz de integrarlos, regular sus intereses y servir por igual a todos sus habitantes. La forma en que se gobierna un Estado nos permite diferenciar entre un régimen democrático o totalitario. Este último conculca libertades, irrespeta garantías fundamentales, resta independencia al individuo, aplica la ley de acuerdo a conveniencias de quienes gobiernan. De ese ejercicio autoritario del poder ha dado evidentes muestras el actual Gobierno.

Hay que recordar a José Martí: “El bienestar general de un pueblo descansa en la independencia individual de sus habitantes”.

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