
Castillos, dulces y pines para vivir
El malecón de Copacabana es uno de los puntos favoritos para los fanáticos que llegaron a Río para mirar los Olímpicos. Allí se observan seguidores de todo el mundo. Luciendo las camisetas de sus países, los asistentes caminan por la zona con diversos
El malecón de Copacabana es uno de los puntos favoritos para los fanáticos que llegaron a Río para mirar los Olímpicos. Allí se observan seguidores de todo el mundo. Luciendo las camisetas de sus países, los asistentes caminan por la zona con diversos objetivos. Uno es la compra de pines.
Este recuerdo es el más solicitado por los extranjeros. Dependiendo la figura y su tamaño, puede costar hasta 15 dólares. Otros buscan camisetas con los colores de Brasil.
En el recorrido por el malecón se puede apreciar verdaderos monumentos en arena. Jahirson es un artista callejero que tomó un espacio del malecón e hizo réplicas de varios sitios turísticos del país como el Pan de Azúcar, el Cristo Redentor y hasta el estadio Maracaná. Hacerlo le tomó tres meses. Permite que los turistas se tomen fotografías a cambio de una donación. No existe un precio establecido, pero se enfada si alguien toma la foto y no le deja nada de dinero en la botella de plástico que tiene a su lado. “Me costó mucho sacrificio y es justo que ayuden”, dice.
Para mantener la figura, cada cierto tiempo le da un retoque con una brocha y una mezcla de agua y pegamento.
A unos 200 metros está otro artista de la arena, Claudio. Aunque él prefirió hacer figuras de mujeres en traje de baño. Su botella de plástico tiene más dinero que la de Jahirson.
Pero no solo los brasileños buscan hacer negocio. Dos argentinos estaban sentados en una de las bancas y vendían dulces de su país. Leandro y Lucas llegaron hace una semana. Vinieron por tierra y trajeron cuatro cartones de dulces para venderlos y así tener para las entradas a los eventos deportivos. “Venimos por el fútbol pero ahora queremos quedarnos hasta el final. La fiesta es increíble”, dijo Lucas, quien lucía la camiseta de River Plate. Ayer, la venta no estuvo buena. Apenas sacaron para un plato de comida de 12 dólares.
Su esperanza estaba depositada en la noche. Siempre venden más en ese horario. Según ellos, por el calor (hacía 29 grados cerca del mediodía) y el fuerte sol la gente compra menos dulces, pero igual tenían que intentarlo.
Caminando por el malecón se llega hasta el fuerte. Allí una malla impide que se siga avanzando. A unos metros se había cumplido la prueba de aguas abiertas y la seguridad era estricta. Nadie podía acercarse a pesar de que ya no estaban los deportistas. Por esa razón muchos desistieron su caminata. Prefirieron quedarse allí para disfrutar del sitio, ya sea jugando fútbol de playa, voleibol o simplemente estar en la arena y el mar con algunas cervezas heladas.