Castillo de naipes

Si revisamos las hojas de vida de los integrantes del gabinete presidencial, notaremos cuán distintos son cada uno de ellos; tienen los más diversos antecedentes. Algunos han venido de la empresa privada, otros de generaciones políticas jóvenes con perfiles un tanto radicales, unos cuantos de grupos de la extrema izquierda, configurando de esta manera un cuerpo político disforme, con orientaciones y objetivos antagónicos, que con certeza minan y debilitan el correcto accionar del poder Ejecutivo.

Quizás por esto vemos cambios constantes dentro del gabinete. Conforme avanza el gobierno van reclutando nuevos perfiles, tratando de encontrar el norte para los planes que se han trazado.

Esta fanesca de figuras, junto con la carencia de principios políticos que los respalden, son los flancos más débiles del Ejecutivo. Por esto no me extraña que los planes y prebendas que se anuncian y prometen no llegan a ver la luz del día.

Si un sector del Ejecutivo está presto a apoyar a la empresa privada, hay otro que piensa que no es el camino, porque el pueblo pensará que están vendiéndose a los grandes empresarios. Si otro quiere radicalizar los beneficios sociales, el otro se opondrá a abrir nuevos frentes que demanden mayores recursos económicos, que a la fecha son escasos y complicados de conseguir. Por supuesto que nunca faltará el grupo que está enfocado en lograr réditos políticos y que todo lo que hagan será en aras de asegurar y no hipotecar su futuro electoral.

Es muy complejo trabajar con un equipo de gobierno así, la rivalidad interna se deja notar en el aletargamiento e inacción para ejecutar los cambios que el país necesita.

Supongo que cada ministro tiene su parcela de poder que administra a su manera, donde lo que diga el presidente de la República quizás sea recibido, pero no necesariamente respetado y mucho menos ejecutado.

El presidente debe evaluar lo hecho hasta ahora y reclutar a los mejores elementos, para llevar el carro del progreso en un mismo sentido, para que su gabinete no se siga tambaleando como un frágil castillo de naipes.