Candil de afuera
“Oscuridad de casa y candil de afuera”, decían nuestros viejos para señalar a quienes predicaban sin poner ejemplo. El refrán cae como anillo al dedo en estos días en que se ha conocido el incumplimiento del “compromiso ético” de 49 asambleístas del oficialismo que dijeron NO a la donación del 10 % de su sueldo de abril y mayo (en favor de los damnificados del sismo) y que ha motivado a la presidenta del Legislativo a un examen (caso por caso), sobre las razones que tuvieron sus coidearios para negarse al aporte.
La voz de alarma la dio el asambleísta de CREO Wilson Chicaiza, publicando los nombres de los verdeflex que desconocieron el compromiso ético. ¿Pero hubo en realidad ese ‘compromiso’? En realidad no. Me lo ha explicado Ramiro Aguilar, uno de los pocos legisladores que desde mi punto de vista son dignos de admiración y respeto. Aguilar cree que la informalidad con que se manejan muchos temas en la Asamblea ha propiciado todo este escándalo, pues la propuesta de contribuir con el 10 % del sueldo jamás llegó a discutirse en el pleno, sino que la impuso el CAL (Consejo de Administración Legislativa). Me pregunto entonces cuál es el liderazgo que ejerce Gabriela Rivadeneira si ni a los suyos pudo convencer de un aporte adicional para los damnificados del terremoto.
Tal como consta en los archivos, el 19 de abril pasado hubo una resolución del CAL que provocó reclamos por la falta de consenso, motivando a una consulta por escrito para autorizar la donación del 10 % del sueldo. Fue así que los legisladores hallaron sobre sus curules un formulario para autorizar o no el aporte, por uno o dos meses de sueldo, y 49 de los oficialistas dijeron NO. En total para abril fueron 59, contando a independientes y opositores. En mayo la cifra subió a 65.
Nada hubiera pasado si desde el oficialismo no se hiciera tanta alharaca de la solidaridad, si desde ese sector no se mostraran “tan generosos con bolsillo ajeno”. Al resto de los trabajadores ecuatorianos no nos preguntaron si autorizábamos o no el descuento de uno o más días de sueldo. Pasaron por alto la inconstitucionalidad de esa disposición rechazada por juristas y constitucionalistas, a quienes ignoraron. Y esto no quiere decir que los ecuatorianos no seamos solidarios. Seguramente la mayoría habría dicho que sí al aporte de un día de sueldo. Ya ocurrió con el desastre de La Josefina (Azuay, 1993), una tragedia de menor envergadura que el terremoto de abril.
Si hay algo de lo que tenemos que sentirnos orgullosos los ecuatorianos es del colosal espíritu solidario que se dejó ver tras la tragedia en Manabí y Esmeraldas. Antes de que las autoridades ordenaran decretos y movilizaciones, miles de compatriotas con sus propios recursos llegaron a la zona de la tragedia con las manos llenas. Solo que hasta ahora, y perdón si soy yo la que no conoce, parecen un misterio las cifras totales de los aportes voluntarios y obligatorios, de dentro y fuera del país, de países amigos y organizaciones no gubernamentales y más destinadas a la reconstrucción... En un gobierno que se autoproclama solidario y socialmente comprometido, es mandatorio y urgente la difusión y uso transparente de esos recursos. La propaganda y el discurso oficial no se compadecen con la realidad. “¿Oscuridad de casa y candil de afuera?”.