Precampaña. Paco Moncayo en una exposición ante representantes y habitantes de los barrios del sur de la capital. Su aceptación va en alza.

Los candidatos, al ritmo de las tendencias electorales

Encuestadoras pagadas. Hay algunas empresas contratadas para las candidaturas presidenciales.

Leer las tendencias políticas puede ser útil o una pérdida de tiempo para los ciudadanos.

Durante las tres últimas semanas, siete encuestadoras mostraron sus cifras sobre la intención de voto para las próximas elecciones de 2017.

Pero esos números, que son una pequeña radiografía de lo que ocurre, ayudan más a los candidatos que a los electores.

A los primeros, los conquistan o desalientan porque miden sus posibilidades para llegar o no al poder.

A los segundos, los confunden porque el 50 % de los votantes todavía está indeciso y no sabe por quién ir.

Esas encuestas dicen que el candidato oficialista, Lenín Moreno, está de “bajada”. Mientras Guillermo Lasso, de CREO y de la coalición Compromiso Ecuador, está “estancado”.

Con Paco Moncayo, líder de Acuerdo por el Cambio, de la centro-izquierda, ocurre lo contrario: “sube, pero lentamente”. A él, lo sigue Cynthia Viteri, del Partido Social Cristiano-Madera de Guerrero.

Pero más allá de eso, los sondeos pintan otra posibilidad: la de una sola vuelta electoral. ¿Qué significa eso? Inducir a los indecisos a votar por cualquiera de los candidatos, con tal de que haya una segunda vuelta, dice Gustavo Isch, analista político y presidente ejecutivo de Estrategika Consultores.

“Las encuestadoras saben quién es ese cualquiera por su gran exposición mediática. Los indecisos son el target de todos los opcionados porque representan más de la mitad de los electores”, explica a este Diario.

¿Cómo leen esas cifras los indecisos? Las encuestas no pueden “predecir el futuro ni tienen una bola de cristal”, su lectura es instantánea y la intención de voto tiene varias variables que miden profundidad, conocimiento, entre otras, opinó Oswaldo Moreno, analista guayaquileño de Consultores Políticos Independientes.

“La opinión pública solo se va por lo fácil. Quiere saber quién gana y quién pierde. Entonces, ¿dónde quedan las demandas ciudadanas y la percepción de la política?”, pregunta Moreno.

¿Cuál es el criterio espontáneo frente a los números del exhéroe de la Guerra del Cenepa y de la exasambleísta Viteri?

Para César Ulloa, docente y analista político de la UDLA, Moncayo inicia con gran fuerza, pero se detiene. No hay una estrategia para posicionarse bien. “Está desorientado, su discurso es ambiguo, mientras los otros opositores combaten la corrupción y ofrecen crear empleo”, precisa a EXPRESO.

Pero, ¿qué significa el ascenso de Moncayo y de Viteri? Según Rafael Polo, politólogo y docente de la Universidad Central, muestra que se apuesta por otra forma de manejar el Estado, de hacer política y democracia. “El estancamiento de Moreno refleja el agotamiento del modo de Gobierno y de hacer política. Hay sospechas y desconfianza por la corrupción y el endeudamiento. Eso pesa sobre su candidatura”, dijo.

Las encuestas, además, se han equivocado muchas veces. Por ejemplo, cuando ganó Abdalá Bucaram, del PRE, en 1996. También cuando ganó Lucio Gutiérrez, en 2002. O en 2014, cuando solamente ganó en tres de las 24 provincias.