Espacio. La cafetería está ubicada en las calles 44 y la A, al sur de la urbe.

Cafe con aroma a inclusion

Kafcafé atiende al público de lunes a sábados. Los primeros cinco días abre de 09:00 a 12:00 y de 15:00 a 19:00; mientras que el sábado trabaja de las 15:00 hasta las 20:00.

Mientras arregla su uniforme, los primeros clientes ya están llegando. Se ubican en la esquina de la cafetería y Álvaro les toma la orden. Minutos después regresa con lo solicitado, lo coloca tímidamente sobre la mesa y con una gran sonrisa se retira. Parecen acciones repetitivas de cualquier cafetería; sin embargo Kafkafé es un lugar diferente: el personal que allí labora son personas con discapacidad.

Esta es la primera cafetería de este tipo en Guayaquil que se cristalizó en los primeros días de este mes y que surgió como una innovadora idea promovida por la fundación Nurtac. En el lugar se emplea a seis personas que, entre las diez variedades de café, los dulces y los bocaditos de sal, encuentran una oportunidad para apoyar económicamente a sus familias.

Álvaro Siguencia es uno de los meseros que, cada sábado cambia su pluma y libreta por guitarra y micrófono para que los clientes que los visitan acompañen su comida con agradables melodías. Este joven con 47 % de discapacidad psicosocial llegó a la fundación en un duro momento de su vida. Sin trabajo y rechazado por su dificultad de socializar, Álvaro encontró en Nurtac una puerta abierta para progresar y sentirse mejor. “Me han ayudado a crecer y a saber que también soy importante” recalca.

La directora del proyecto es Andrea Peñaherrera, una psicóloga de profesión pero con espíritu de servicio. Ella cuenta que al principio apostaron por un restaurante; sin embargo los procesos de producción eran más complejos. De esta manera, optaron por una cafetería. Indica también que “las capacitaciones que ellos recibieron no estaban siendo rentables ni los independizaba económicamente” por lo que decidieron que en vez de pedir empleo, sean ellos quienes se creen las oportunidades.

Evelyn Vera es otra de las jóvenes empleadas en la cafetería. Ella confiesa que la alegría la embarga cada vez que llega un cliente. “Me siento feliz cuando los atiendo, pero también me gusta ayudar en la cocina a preparar la panacotta”. Precisamente, este es el platillo más demandado en el pequeño, pero acogedor lugar ubicado en las calle 44 y la A.

Delia Granda es habitante del sector y una visitante asidua a Kafkafé. Confiesa que el sitio es innovador en su barrio y resalta la atención de los empleados. “Nos llama la atención porque por aquí no hay este tipo de lugares. Además, es una oportunidad laboral para los chicos de la fundación”.

Muchos ‘no’ por respuesta, miradas con desdén y hasta algunas burlas por sus discapacidades no han detenido a Evelyn, Héctor, Javier, Ana, Pedrito o Álvaro, los colaboradores que trabajan diariamente para convertir a Kafkafé en un referente de inclusión.